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El mundo natural puede ayudarnos a salvarnos de la catástrofe climática




La restauración ecológica puede ser un medio poderoso para proteger el planeta.


Autor: George Monbiot artículo publicado en The Guardian el 3 de abril de 2019

No se puede esperar alegría escribiendo sobre el colapso climático. Por un lado, hay dolor y miedo; por otro lado, tecnología. Me hice ambientalista porque amo el mundo vivo, pero paso gran parte de mi vida pensando en la electricidad, los procesos industriales y la ingeniería civil. El cambio tecnológico es esencial, pero para un historiador natural a menudo se siente como algo frío y distante. Hoy, sin embargo, puedo escribir sobre algo que me emociona: el campo de investigación más emocionante que he cubierto en años.


La mayoría de los científicos están de acuerdo en que ya es demasiado tarde para evitar los 1,5C o más de calentamiento global sólo reduciendo nuestra producción de gases de efecto invernadero. Incluso si mañana redujéramos nuestras emisiones a cero, probablemente superaríamos este límite de temperatura crucial. Para evitar una catástrofe de espectro completo, necesitamos no sólo descarbonizar nuestra economía en el menor tiempo posible, sino también reducir el dióxido de carbono que ya ha sido liberado.


¿Pero cómo? La propuesta más conocida se llama bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS). Esto significa cultivar madera o paja en plantaciones, quemarla en centrales eléctricas para producir electricidad, capturar el dióxido de carbono que se emite y enterrarlo en formaciones geológicas. Sin embargo, si se despliega a gran escala, es probable que desencadene un desastre ecológico o humanitario.


Una propuesta de este tipo, promocionada por algunos gobiernos, cubriría un área tres veces el tamaño de la India con plantaciones. Esto implica la conversión de tierras agrícolas, en cuyo caso los BECCS causarían una hambruna masiva, o la conversión de tierras silvestres, en cuyo caso las plantaciones casi sin vida (monocultivos) reemplazarían el 50% de los bosques naturales que quedan en el mundo. Aún así, podría no ser eficaz, ya que cualquier ahorro de carbono se vería contrarrestado por el uso de fertilizantes nitrogenados y su consiguiente liberación de gases de efecto invernadero cuando se remueve el suelo para la siembra. El sistema de los BECCS sólo puede conducir a una catástrofe y debe ser abandonado inmediatamente.


Otra opción es la captura directa del aire: extracción de dióxido de carbono con máquinas. Aparte del gasto, que probablemente será enorme, la cantidad de acero y hormigón necesaria para construir estas máquinas podría ayudar a empujar al mundo más allá de ciertos puntos de inflexión climáticos antes de que se sientan los efectos positivos.


Nada de esto es necesario, sin embargo, porque hay una forma mucho mejor y más barata de extraer el carbono del aire. Las soluciones climáticas naturales lo hacen a través de la restauración de los sistemas vivos. El mayor potencial identificado hasta ahora -ya que gran parte de la tierra puede ser utilizada de esta manera- es la protección y restauración de los bosques naturales y permitir que los árboles nativos repoblen las tierras deforestadas. El mayor potencial de reducción por hectárea (aunque el área total es menor) es la restauración de hábitats costeros como manglares, marismas y praderas de pastos marinos. Almacenan el carbono 40 veces más rápido que los bosques tropicales. Los suelos de turba también son almacenes vitales de carbono. Actualmente están siendo oxidados por la deforestación, el drenaje, el secado, la quema, la agricultura y la extracción para jardinería (N.T: la turba que usamos en nuestras macetas) y el combustible. La restauración de la turba, al bloquear los canales de drenaje y permitir que la vegetación natural se recupere, puede absorber gran parte de lo que se ha perdido.


Estas son las soluciones climáticas naturales mejor estudiadas. Podrían ayudar a resolver dos problemas existenciales a la vez: el colapso del clima y el colapso ecológico. Su probable contribución es enorme -más grande de lo que casi nadie adivinó hace unos años- y apenas se han explorado otras posibilidades. Por ejemplo, actualmente tenemos poca idea de cuál puede ser el impacto de la pesca industrial en el vasto depósito de carbono del fondo marino. Al perturbar los sedimentos y levantar el carbono que contienen a la columna de agua, es probable que los arrastreros y dragas lo expongan al oxígeno, convirtiéndolo en dióxido de carbono. Un estudio sugiere que la pesca de arrastre repetida en el noroeste del Mediterráneo ha causado una reducción del almacenamiento de carbono en los 10 centímetros superiores de los sedimentos de hasta un 52%. Dada la vasta área que se pesca con redes de arrastre cada año (la mayor parte del lecho marino en las plataformas continentales del mundo), el impacto climático podría ser enorme. Cerrar grandes partes de los mares a la pesca de arrastre podría convertirse en una estrategia climática crucial.


Los científicos apenas han comenzado a explorar cómo la recuperación de ciertas poblaciones animales podría cambiar radicalmente el equilibrio de carbono. Por ejemplo, los elefantes y rinocerontes forestales en África y Asia y los tapires en Brasil son silvicultores naturales que mantienen y amplían sus hábitats al tragar las semillas de los árboles y esparcirlas, a veces a lo largo de muchos kilómetros, en su estiércol. Los rinocerontes blancos pueden desempeñar un papel importante en la prevención de incendios forestales incontrolados en las sabanas africanas: su pastoreo impide la acumulación de pasto seco. Si se permitiera que los lobos llegaran a su número poblacional natural en América del Norte, un documento sugiere que con su contribución a la matanza de las poblaciones de herbívoros impediría que cada año se liberara tanto carbono como el que producen los automóviles de 30 a 70 metros. Poblaciones saludables de cangrejos y peces depredadores protegen el carbono en las marismas saladas, ya que evitan que los cangrejos y caracoles herbívoros arrasen con las plantas que mantienen unidas a las marismas.


Lo que me encanta de las soluciones climáticas naturales es que deberíamos hacer todas estas cosas de todos modos. En lugar de tomar decisiones dolorosas y desplegar medios miserables para un fin deseable, podemos defendernos del desastre mejorando nuestro mundo lleno de maravillas. Sin embargo, no se debe hacer nada sin la participación y el consentimiento de los pueblos indígenas y otras comunidades locales. Los proyectos perjudiciales, como las plantaciones de monocultivos, tampoco deben ser considerados como soluciones climáticas naturales. Como muestra un artículo publicado esta semana en Nature, varios gobiernos están intentando este engaño.


Hoy, un pequeño grupo de nosotros está lanzando una campaña para que las soluciones climáticas naturales reciban el compromiso y la financiación que se merecen. En este momento, aunque su potencial es enorme, han sido marginados en favor de proyectos que pueden ser peores que inútiles, pero que son rentables para las empresas. Los gobiernos discuten la crisis climática y la crisis ecológica en reuniones separadas cuando ambos desastres pueden ser abordados conjuntamente. Hemos creado un sitio web dedicado, hemos producido una animación y escrito una carta a los gobiernos y organismos internacionales firmada por destacados activistas, científicos y artistas.


No queremos que las soluciones climáticas naturales se utilicen como sustituto de la rápida y completa descarbonización de nuestras economías. La ciencia nos dice que ambos son necesarios: la era de las compensaciones de carbono ha terminado. Pero lo que este emocionante campo de estudio muestra, es que proteger y revivir los sistemas vivos del mundo no es sólo algo estéticamente agradable de hacer. Es una estrategia esencial de supervivencia.




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