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La desaparición de las abejas en el mundo

Actualizado: 24 sept 2019




La desaparición acelerada de las abejas amenaza el mantenimiento de las actividades agrícolas y debilita toda la cadena alimentaria


Son el épitome del trabajo en equipo y de la vida en sociedad, llegan a convivir 60 mil en una misma colmena, lideradas por una abeja reina - y su repartición de tareas y funcionamiento no deja de asombrarnos. Lamentablemente las noticias de la mortandad masiva de estos insectos, fundamentales para la vida, viene llenando las noticias en el mundo entero.


Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. los polinizadores son responsables de uno de cada tres bocados de alimentos que comemos y según el CONICET aumentan la producción de los alimentos que comemos entre un 20 y un 40%


Pero a pesar de su enorme importancia, desde el año 2000, las abejas están muriendo. La mortandad de las abejas tiene muchas causas, el uso de pesticidas es uno de los mas importantes, pero también el monocultivo que trae aparejada la pérdida del hábitat y de flores y en el caso de las empresas que ofrecen servicios de polinización como sucede en USA y Chile aveces las causas son las malas prácticas apícolas.

Para poner el problema en contexto:


En el año 2017, el diario británico The Guardian publicaba la filtración de un borrador de la Comisión Europea con la propuesta de prohibición total de tres plaguicidas peligrosos para las abejas. Los pesticidas señalados son tres viejos conocidos del organismo europeo: el tiametoxam, hecho por Syngenta, y la clotianidina y el imidacloprid, fabricados por Bayer. En diciembre de 2013, la Comisión Europea prohíbe el uso y venta de semillas tratadas con estos tres productos durante un periodo de dos años; el organismo considera que existe un «riesgo agudo elevado para las abejas» y que la exposición a estas sustancias perjudica el desarrollo y supervivencia de las colonias.


Este tipo de pesticidas, denominados neonicotinoides, actúan afectando al sistema nervioso central de los insectos; varios estudios presentados por la Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) ya vinculaban los efectos subletales del tiametoxam con problemas de desorientación en las obreras y dificultad para volver a la colmena.


Después de la moratoria, finalizada endiciembre de 2015, la EFSA evaluó los datos recogidos llegando a la conclusión de que el riesgo para los polinizadores por la exposición a estos químicos utilizados en campos de cultivo era alto o muy alto. Mientras, en EE.UU., la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) acaba de publicar sus primeras conclusiones acerca del uso de cuatro neonicotinoides, que relaciona con incrementos en la mortalidad y el descenso en la producción de miel.


Se trata de formulaciones químicas muy sofisticadas, que se pueden aplicar a la semilla y penetran en la planta durante su crecimiento extendiéndose por la raíz, el tallo y las hojas. Tienen un efecto residual largo.


Sabemos ahora (ver la situación más abajo de la Comunidad Europea) que se perdió la oportunidad surgida hace dos años de hacer algo con estos pesticidas.



A continuación se ofrece un panorama de la situación en algunas regiones del mundo.

  • Situación en Latinoamérica

En base a una encuesta diseñada de acuerdo a métodos internacionalmente estandarizados y realizada a 1000 productores de 10 países de América Latina por la Sociedad Latinoamericana de Investigación en Abejas (Solatina) sabemos que las pérdidas anuales del periodo 2016-2017 de colmenas de abejas melíferas variaron entre un 56.1% en Chile y un 12.6% en Ecuador y Perú .


La Argentina, que es el tercer productor mundial de miel,  pierde anualmente un 34% de sus colmenas de abejas melíferas de sus entre 3 y 4 millones de colmenas y se posiciona como el quinto país de América latina en mortandad de estos insectos que, además de producir miel, cumplen con servicios fundamentales para el ecosistema, como la polinización.




En relación a la gran mortandad en Chile, detallan los investigadores que podría ser un ejemplo pequeño de lo que sucede en el oeste de Estados Unidos, donde las colmenas se utilizan para el servicio de polinización, entonces pasan a ser un insumo de la agricultura y se descuida su supervivencia. Al respecto, detalló que en el país trasandino las abejas se usan para ofrecer servicios de polinización en almendras, por ejemplo.


La magnitud de las pérdidas de colmenas de abejas nativas sin aguijón también fue alta, pero inferior a las de abejas melíferas, variando de 0% en Cuba a 41% en Brasil.


Para poner un ejemplo de la debacle, según el sitio Redacción, el 2 de marzo de 2018 murieron 72 millones de abejas en Córdoba, afectadas por una fumigación que se habría hecho en un campo cercano. Murieron 72 millones de abejas.


Los autores de la encuesta fueron el Dr. Fabrice Requier, Investigador Asistente – CONICET (Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural, Sede Andina, Universidad Nacional de Río Negro) y la Dra. Karina Antúnez Prof. Adjunta de Investigación (Departamento de Microbiología, Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable) - Uruguay


Otro estudio llevado a cabo por el Centro de Investigación de Abejas Sociales (CIAS) de Mar del Plata, a cargo de Martín Eguaras, doctor en biología, ratifica los datos y señalan que  mueren el 30% de las colonias de abejas que los apicultores deben reponer todos los años.



Al abandonar la actualización de los principios de evaluación de riesgos de los plaguicidas (que causan la alta mortalidad de las abejas), la Comisión Europea contribuye a la degradación dramática del medio ambiente, pero también a la descredito de la voz política.


Desde hace un cuarto de siglo, en Francia y en otros lugares, los apicultores alertan a la sociedad y a las autoridades públicas sobre la degradación del medio ambiente y su impacto en la crisis del sector apícola, que se ve socavada por una mortalidad anormal de las abejas. Estas alertas han sido seguidas en los últimos años por las de los biólogos de la conservación, que observan la fuerte disminución, sobre todo desde los años noventa, de la abundancia y diversidad de insectos e invertebrados en las zonas rurales de Europa Occidental.


No hay nada anecdótico en este colapso. A largo plazo, amenaza el mantenimiento de determinadas actividades agrícolas y debilita toda la cadena alimentaria de los ecosistemas terrestres. Ya en marzo de 2018, el CNRS y el Muséum national d'histoire naturelle habían provocado un revuelo nacional al anunciar que el 30% de las poblaciones de aves de los campos habían desaparecido en Francia en sólo quince años. Nicolas Hulot, entonces Ministro de Transición Ecológica y Solidaria, pronunció unos días más tarde un sonoro discurso ante la Asamblea Nacional, confiando a los parlamentarios su "vergüenza" ante esta situación, que los investigadores del CNRS y del Museo calificaron de "catástrofe ecológica" en curso.


A pesar de esta conciencia, que atraviesa el espectro político en Francia y que es esencial en el debate a nivel internacional, no se toman medidas dignas de ese nombre a nivel europeo para detener la erosión de la vida. Sin embargo, lo que tendríamos que hacer es bien conocido. En 2003, un grupo de expertos encargado por el Ministerio de Agricultura francés constató por primera vez la incapacidad de las pruebas reglamentarias para evaluar los riesgos medioambientales que presentan las nuevas generaciones de plaguicidas para las abejas y el resto de la entomofauna. Todavía estamos esperando la reforma de este sistema.

Un sistema regulador que se ha vuelto indefendible


En 2012, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), poco sospechada de anti - industria, tuvo que advertir sobre el tema: los productos fitosanitarios se comercializan sin haber sido debidamente evaluados. En 2015, el Consejo Asesor Científico de las Academias Europeas (EASAC) -la coalición de academias europeas de ciencias- dio instrucciones al ejecutivo europeo para que reformara su sistema de evaluación de riesgos. En vano.


Entre 2013 y 2019, las recomendaciones de la EFSA para una importante reforma de los procedimientos de autorización de plaguicidas se incluyeron en el orden del día del comité técnico ad hoc de la Unión Europea (UE) en casi 30 ocasiones. Los Estados miembros nunca han podido ponerse de acuerdo para adoptarlas, ni siquiera parcialmente.


El 17 de julio, de forma muy discreta, la Comisión Europea se dio por vencida: la actualización de los principios de evaluación del riesgo de los plaguicidas, finalmente adoptada por el Comité Técnico, no aborda casi ninguna de las propuestas para mejorar el sistema actual. Por consiguiente, Bruselas encargó a la EFSA que revisara y reformulara sus propuestas. En el mejor de los casos, la agencia de expertos de la UE entregará su copia en junio de 2021, y entonces se reanudarán las conversaciones con un resultado desconocido, por un período de tiempo indeterminado.


Los Estados miembros se esconden detrás de la Comisión para mantener un sistema regulador que se ha vuelto indefendible. Además de la degradación del medio ambiente, contribuyen así a la descrédito de la voz política y de las instituciones europeas.


  • Situación en Estados Unidos

La muerte de las colonias de abejas sigue aumentando. Según la última encuesta de la Bee Informed Partnership, publicada esta semana, los apicultores estadounidenses perdieron casi el 40% de sus colonias de abejas melíferas el pasado invierno, la mayor pérdida de colmenas de invierno reportada desde que la asociación comenzó sus encuestas hace 13 años. La pérdida total anual fue ligeramente superior a la media.


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