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Un anticipo a "La gran Simplificación"


Fuente: Art Berman - 11 de julio de 2024

La gente habla de la adicción al petróleo, pero también somos adictos a la energía eléctrica. Hablo por experiencia propia.


El huracán Beryl dejó sin electricidad a más de dos millones de personas en el área de Houston esta semana. Sin electricidad no hay Internet, ni aire acondicionado, ni televisión, ni electrodomésticos. Sin internet, la gente no puede recibir actualizaciones y pocos semáforos funcionan. Es difícil encontrar gasolina porque los surtidores de las gasolineras necesitan electricidad. Las tiendas y comercios que permanecen abiertos dependen de generadores privados, lo que provoca largas colas en las cajas porque los cajeros no pueden acceder a Internet. Los servicios de asistencia también son limitados, porque las verificaciones de cuentas dependen de los mensajes en línea.


Esto es un leve anticipo de La Gran Simplificación.


Joseph Tainter cree que las sociedades se vuelven cada vez más complejas a medida que resuelven problemas y afrontan retos. La civilización moderna ha resuelto muchos problemas con la energía eléctrica e Internet. Esos sistemas requieren inmensos recursos y coordinación para funcionar. Las sociedades se colapsan cuando ya no pueden sostener este aumento de complejidad. Esta semana, la sociedad se ha colapsado en Houston.


La mayoría de nosotros pensamos en el colapso como un acontecimiento catastrófico pero, para Tainter, significa una pérdida de complejidad. El colapso no procede necesariamente de un único acontecimiento catastrófico, sino de la incapacidad de sostener las mismas estructuras que una vez la hicieron prosperar. Este declive es un cambio hacia la simplicidad, una reorganización en una forma que pueda soportar los límites de nuestros recursos y capacidades: la Gran Simplificación.


La experiencia de esta semana me ha llevado a considerar nuestra carrera hacia una sociedad totalmente dependiente de la energía eléctrica. Aunque los huracanes son poco frecuentes, nuestras redes eléctricas siguen siendo frágiles y a menudo poco fiables. La mayoría de la gente parece incapaz de mantener ambos pensamientos simultáneamente porque crea demasiada disonancia cognitiva.


¿Hemos contemplado realmente las implicaciones de este cambio? La búsqueda de una sociedad totalmente eléctrica pasa por alto las vulnerabilidades inherentes de nuestra infraestructura energética, dejándonos expuestos a las mismas perturbaciones que intentamos evitar.


La energía solar y eólica no son fiables porque su producción varía con el tiempo. Esto puede causar fluctuaciones en la red eléctrica, afectando a su estabilidad. La red necesita mantener una frecuencia constante, y cuando las contribuciones solar y eólica eran mínimas, esto no era un problema importante. Sin embargo, eso ha cambiado.


A principios de 2024, la energía solar y eólica representarán alrededor del 18% de la electricidad estadounidense. Estas fuentes producen corriente continua (CC) que debe convertirse en corriente alterna (CA) para ser utilizada en la red, lo que requiere transformadores a menudo retrasados por problemas en la cadena de suministro.


La energía solar y eólica son menos fiables que las centrales convencionales, por lo que necesitan energía de reserva o almacenamiento para mantener el suministro durante los periodos de baja producción. A pesar de la celebración del aumento del uso de energías renovables, el exceso de generación durante las horas punta puede llevar a desperdiciar energía para evitar la sobrecarga de la red.


Además, los parques eólicos y solares suelen estar lejos de donde se utiliza la energía, lo que complica la gestión del flujo eléctrico entre regiones. Esto puede reducir la fiabilidad de la red.


Puede que nos estemos dirigiendo hacia Abilene con nuestra apuesta por la energía eléctrica y las energías renovables. No estoy en contra de esa dirección, pero he vivido algunos días sin electricidad, he visto el otro lado de esta visión, y no es genial.


La dependencia de una red totalmente eléctrica, a pesar de su atractivo teórico, tiene graves deficiencias en escenarios del mundo real. La fragilidad de nuestra infraestructura actual se hace patente durante esos cortes, lo que plantea interrogantes sobre nuestra preparación y resistencia.


Creo que se avecina una gran simplificación que implicará una transición hacia formas de vida menos complejas, más localizadas y sostenibles. Ese cambio estará impulsado por la realidad de los límites energéticos, la degradación medioambiental, la inestabilidad económica y la necesidad de sistemas humanos más resistentes y adaptables.


Lo que hemos vivido esta semana en Houston puede ser un anticipo de ese futuro.



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