Fuente: Resurgence.org - por Alfredo Erlwein-Vicuña - Julio/Agosto 2022
El popular eslogan "Somos la naturaleza defendiéndose", que se ve en las protestas ecologistas de todo el mundo, dice algo sobre cómo la idea de que los humanos no están separados de la naturaleza se está convirtiendo en algo muy común. Desde esta perspectiva (como sabrán los lectores de Resurgence & Ecologist), las crisis del clima y de la biodiversidad están intrínsecamente ligadas al destino de la humanidad y del planeta vivo. Una razón clave para este entendimiento es el trabajo de los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela, que publicaron su teoría de la autopoiesis, que definía la vida como un sistema de interacciones, en 1972. Cincuenta años después, cuando nos enfrentamos a la sexta extinción masiva, el legado de esta teoría es ahora más relevante que nunca.
Maturana murió hace apenas un año. Su enfoque sistémico le llevó a estudiar la organización de la vida, más que sus componentes por separado, viendo la vida como un proceso circular ininterrumpido de autocreación. Esta es la base fundamental de la teoría de la cognición de Maturana y Varela, que identificó el proceso de conocimiento como la actividad que permitía la autogeneración de los sistemas vivos: la cognición es el proceso de la vida. En el caso de los humanos, esto incluye el lenguaje y el pensamiento conceptual.
Aunque la autopoiesis no responde a la vieja pregunta de qué es la vida, nos dice qué hace la vida. Muchos científicos la consideran una de las mejores definiciones científicas de la vida. En opinión del físico Fritjof Capra, la teoría santiaguista de la cognición es "la primera teoría científica que realmente supera la división cartesiana de mente y materia" y "por primera vez, tenemos una teoría científica que unifica mente, materia y vida".
Teoría de Santiago sobre la cognición - Fuente: SCIELO
Entre los aportes más significativos de la teoría de Santiago se encuentra la identificación del momento en que, desde su punto de vista, surge la cognición, acoplada a la vida como fenómeno natural. Para Maturana y Varela el conocer es inherente al vivir, en tanto la mente y la vida se originan al unísono.
La teoría de Santiago sobre la cognición se inserta en los esfuerzos de la ciencia por sustituir el ideal de simplicidad por el de complejidad.
Actúa como puente de articulación entre las ciencias naturales y sociales y ha resultado decisiva para superar la división cartesiana entre mente y materia.
Explica, desde el punto de vista biológico, múltiples aspectos que han sido estudiados por la filosofía, la sociología, psicología y las ciencias de la educación, entre otras disciplinas.
Demuestra que los fenómenos sociales son solo una manifestación cualitativamente superior de otros equivalentes que se evidencian en los niveles elementales de la vida.
Merece especial atención como fundamento epistémico para investigaciones en el campo de las ciencias sociales y las humanidades.
Lynn Margulis se interesó por la autopoiesis en su búsqueda de los fundamentos microbiológicos de la teoría Gaia. Tanto la hipótesis Gaia como la autopoiesis afirman que el organismo y el entorno coevolucionan acoplados; no hay uno sin el otro. La autorregulación a escala planetaria sería también una forma de autopoiesis: la vida creando el entorno adecuado para la creación y subsistencia de la propia vida.
¿Por qué esta teoría se ha extendido a tantos campos del conocimiento? Porque redefine la vida, el lenguaje y el conocimiento. Esto lo cambia todo, incluso lo que entendemos por realidad y conciencia. Maturana afirma que la realidad es diferente para cada ser vivo porque se percibe según los procesos sensoriales de cada organismo. Por lo tanto, ningún ser vivo tiene acceso a una realidad independiente de su propio organismo, y por lo tanto nadie puede pretender tener acceso a una verdad absoluta. En la ciencia siempre hemos sabido que no es posible alcanzar una verdad absoluta: la teoría de Santiago proporciona una base teórica para ello, socavando uno de los supuestos más importantes de la ciencia moderna: la objetividad. La "verdad" surge en las conversaciones, como un consenso con otros, y por tanto cambia constantemente según cada momento histórico. Además, como seres que viven en el lenguaje, cada nueva verdad (idea aceptada) tiene el potencial de cambiarnos a nosotros también: paradójicamente, el lenguaje también crea la realidad. Pero, al contrario de lo que entendemos actualmente, para Maturana las emociones son más importantes que el lenguaje y la razón: "Los humanos somos seres emocionales que utilizamos la razón para justificar o negar según nuestras preferencias."
¿Por qué son relevantes estas ideas para el futuro? Nos liberan de una visión del mundo separada entre cuerpo y mente, sujeto y objeto, organismos y entorno, ciencias duras y blandas, individuo y sociedad. Nos muestran que en la evolución, la cooperación es más fuerte que la competencia. En lugar de estar en una carrera por llegar a la verdad última mediante el razonamiento, somos libres de decidir cómo queremos ser. Conseguirlo depende de nuestra capacidad de llegar a un consenso conjunto a través del lenguaje como comportamiento cooperativo que nos hizo humanos. La democracia no es simplemente un sistema de gobierno, sino una forma de vivir en la aceptación mutua. Lo que creemos realmente importa porque estamos co-creando nuestra realidad tal y como la pensamos. En conclusión, las ideas de Humberto Maturana implican un cambio radical en la comprensión de la vida, abriendo la puerta a la posibilidad y a la transformación de sistemas completos hacia una existencia más justa entre nosotros, los humanos, y con el resto del mundo viviente.
Alfredo Erlwein-Vicuña es profesor del Instituto de Ingeniería Agrícola y de la Ciencia del Suelo, y del Centro Transdisciplinario de Estudios Ambientales, de la Universidad Austral de Chile, y es miembro fundador de la Fundación Manfred Max-Neef.
Comments