Fuente: ONU - Mc Kinsey - XL Semanal
La moda es la segunda industria más contaminante. Tiene un impacto a menudo subestimado en el desarrollo de nuestro planeta.
Esta industria de 2,5 billones de dólares1 consume grandes cantidades de agua, y es responsable del 20% de la contaminación industrial del agua.
La producción de una camisa de algodón requiere una media de 2.700 litros, la cantidad que una persona bebe en 2,5 años.
Confeccionar unos jeans requiere unos 7500 litros de agua, el equivalente a la cantidad de ese líquido vital que bebe una persona promedio en siete años. Ese es sólo uno de los varios hallazgos alarmantes de un estudio ambiental reciente que revela que el costo de estar siempre a la moda es mucho más caro que el precio monetario que pagamos por ello.
Se calcula que el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero son emitidas por esta industria.
El cultivo del algodón consume el 4% de los fertilizantes nitrogenados y fósforo, el 16% de todos los insecticidas y el 7% de todos los herbicidas.
En cuanto a los residuos, el 73% de los materiales utilizados para la confección acaban en vertederos o son incinerados.
El sector del vestido usa 93.000 millones de metros cúbicos de agua cada año, una cantidad suficiente para que sobrevivan 5 millones de personas
La industria de la moda es responsable del 20% del desperdicio total de agua a nivel global
La producción de ropa y calzado produce el 8% de los gases de efecto invernadero
McKinsey estima que la fabricación de un kilo de tela genera una media de 23 kilogramos de gases de efecto invernadero.
Cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura
La producción de ropa se duplicó entre 2000 y 2014
El impacto social
Más allá del impacto medioambiental, la industria de la moda está estrechamente vinculada con las cuestiones de explotación laboral, género y pobreza. Se calcula que 1 de cada 6 personas en el mundo trabaja en en un trabajo relacionado con la moda, y hasta el 80% de la mano de obra a lo largo de la cadena de suministro son mujeres.
En Camboya, por ejemplo, las mujeres obreras que hacen ropa para las grandes empresas, trabajan de 8 a 10 horas diarias, 6 días a la semana. Si su rendimiento es bueno, ganan en torno a un euro a la hora. Un salario de miseria incluso para Camboya. El coste salarial de producir una camiseta se sitúa entre los 15 y los 20 céntimos.
En las próximas décadas será aún peor
Aunque el impacto de la industria de la moda ya es importante hoy en día, es probable que en las próximas décadas sea mayor.
En 2030, se estima que habrá habrá 5.400 millones de personas en la clase media mundial, frente a los 3.000 millones de 20157. Esto provocará un aumento de la demanda de ropa y otros bienes que definen el estilo de vida de la clase media. Si el consumo continúa al ritmo actual, en 2050 se necesitarán tres veces más recursos naturales que en el año 2000.
Moda rápida, consecuencias graves
El consumidor medio compra ahora un 60% más de prendas de vestir en comparación con el año 2000, pero cada prenda se mantiene la mitad de tiempo.
Las ventas de prendas de vestir han aumentado espectacularmente en los últimos años, gracias a varias tendencias que parece que van a continuar. Las empresas han recortado agresivamente los costes y han racionalizado sus cadenas de suministro. Esto ha provocado que el precio de la ropa baje en relación con los precios de otros bienes de consumo. La reducción de los plazos de producción también ha permitido a los fabricantes de ropa introducir nuevas líneas con mayor frecuencia. Zara ofrece 24 nuevas colecciones de ropa cada año; H&M ofrece de 12 a 16 y las renueva semanalmente. Entre todas las empresas europeas de confección, el número medio de colecciones de ropa se ha duplicado con creces, pasando de dos al año en 2000 a unas cinco en 2011.
En la basura
Cuando se trata de deshacerse de la ropa, las tecnologías actuales no pueden convertir de forma fiable las prendas no deseadas en fibras que puedan utilizarse para fabricar nuevos productos. Los métodos de reciclaje, como la trituración o la digestión química, funcionan mal. Y no hay mercados lo suficientemente grandes como para absorber el volumen de material que supondría el reciclaje de la ropa.
Como resultado, por cada 5 prendas producidas, el equivalente a 3 acaban en un vertedero o incineradas cada año. Alemania supera a la mayoría de los países al recoger casi tres cuartas partes de la ropa usada, reutilizar la mitad y reciclar una cuarta parte. En otros lugares, los índices de recogida son muy inferiores: el 15% en Estados Unidos, el 12% en Japón y el 10% en China.
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