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El cambio climático: ¿Salvará realmente el planeta la plantación de millones de árboles?

Fuente: BBC News Ciencia - David Shukman - Marzo de 2020.


Desde Greta Thunberg hasta Donald Trump, pasando por las compañías aéreas y las petroleras, todo el mundo se ha vuelto loco por los árboles.


El gobierno del Reino Unido se ha comprometido a plantar millones de árboles al año, mientras que otros países tienen planes de miles de millones. Pero, ¿son factibles estas grandes ambiciones? ¿Cuánto dióxido de carbono retiran realmente los árboles de la atmósfera? ¿Y qué ocurre con un bosque plantado con bombos y platillos en las siguientes décadas?


¿Cuántos plantará el Reino Unido?


En 2019, las elecciones generales del Reino Unido se convirtieron en un concurso para parecer verde. La promesa de los conservadores de plantar 30 millones de árboles al año, confirmada en el Presupuesto, supone un gran avance respecto a las tasas actuales. Los críticos se preguntan si es posible, dado que los objetivos anteriores eran mucho más fáciles de conseguir y no se cumplieron. Si se alcanza el ritmo propuesto de plantación, se conseguiría que un 17% del Reino Unido se convirtiera en bosque, frente al 13% actual.


La plantación de árboles es una idea popular porque los bosques no sólo son hermosos, sino también útiles: mantienen la vida silvestre, ayudan a retener las aguas de las inundaciones y proporcionan madera.


Además, los árboles absorben el dióxido de carbono, el principal gas que calienta el planeta, por lo que muchos consideran que plantar más, es una solución al cambio climático. En la actualidad, los bosques del Reino Unido absorben unos 10 millones de toneladas de dióxido de carbono al año, pero se espera duplicar esa cifra.


Esto implicaría decisiones potencialmente delicadas sobre dónde convertir los campos en bosques: por ejemplo, ¿deberían plantarse árboles donde se cultiva o donde pastan el ganado o las ovejas?


Y como pueden pasar décadas hasta que se obtenga un rendimiento económico de los árboles, muchos agricultores y propietarios esperan que el gobierno anuncie nuevos incentivos.



¿Se pueden plantar tantos?


Sí, con la gente adecuada. Vi a un equipo de veinteañeros trabajando en un proyecto para la Comisión Forestal, en Norfolk, y su velocidad era fenomenal. Cuando se pusieron en marcha, cronometré a cada uno de ellos plantando un árbol aproximadamente cada cuatro segundos. En el transcurso de un día, podían plantar entre 2.000 y 4.000 árboles, perforando el suelo con una pala, agachándose para enterrar las raíces de un diminuto abeto de Douglas (Douglas fir), presionando el retoño con la bota y, a continuación, dejando el espacio entre un árbol y el otro.


Hay máquinas que pueden hacer el trabajo - e incluso drones -, pero la fuerza de las personas es el método probado y eficaz. Y se puede ganar mucho dinero: unos 10 centavos de dólar por cada árbol. Desde hace años, es un trabajo de verano muy popular entre los estudiantes de Canadá. Pero inspirar el mismo entusiasmo entre los británicos es una historia diferente.


Un video en Youtube, donde se puede observar cómo Shelby Barber es capaz de plantar entre 2000 y 4000 árboles al día.


Liz Boivin, cuya empresa Tomorrow's Forests emplea al equipo que visité, considera que son los canadienses, los australianos y los europeos del este los que más se apuntan a una temporada de trabajo. Duda de que haya suficiente personal capacitado en Gran Bretaña para apoyar los planes del gobierno de aumentar enormemente la plantación. "Es necesario contar con la mano de obra necesaria para alcanzar esas cifras, algo que por el momento no se tiene", afirma.


¿Qué problemas puede haber?


Los árboles crecen muy lentamente, así que no basta con plantarlos y marcharse. En sus primeros años, los arbolitos son muy vulnerables a una larga lista de amenazas: sequías, tormentas, plagas y enfermedades. Así que es posible que alrededor de una cuarta parte de un bosque recién plantado muera joven. Sólo cuando los supervivientes alcanzan una edad de 20 a 30 años absorben cantidades significativas de dióxido de carbono. A estas alturas, el bosque sólo prosperará si se eliminan algunos árboles o se "ralean" para dejar más espacio a otros.


Si la madera de los árboles talados se utiliza en edificios, el carbono permanecerá encerrado mientras la estructura esté en pie. Pero si los árboles se dejan desatendidos y acaban muriendo y pudriéndose, todo el carbono que se había almacenado se liberará.


Por eso la clave es un plan de gestión cuidadoso, según Stuart Goodall, que dirige Confor, una asociación de industrias forestales. Le preocupa que la manía por los árboles se convierta en una moda pasajera, con inversores entusiasmados por la plantación pero no por los largos años que siguen. "No queremos vernos apurados por otros que se han interesado repentinamente y marcharse dentro de 5 o 10 años", dice. Para un gran aumento de la plantación de árboles, el Sr. Goodall dice que tendrá que haber un suministro mucho mayor de plantines, pero los viveros británicos son cautelosos a la hora de aumentar hasta que estén seguros de que el gobierno va en serio.



¿Pueden los árboles detener el cambio climático?


La respuesta es más complicada de lo que parece. Los árboles utilizan el dióxido de carbono como parte del proceso de fotosíntesis, y el carbono termina en las ramas, el tronco y las raíces. Pero al mismo tiempo dependen de la respiración, que libera parte del dióxido de carbono.


Por eso, a lo largo de los años, se ha descrito a los árboles como "respiradores", que inhalan y exhalan un flujo de gases. Y resulta que entender exactamente cómo funciona ese flujo es complejo. El profesor Rob MacKenzie, de la Universidad de Birmingham, es sincero sobre la falta de conocimientos. "Hay muchas cosas que no sabemos sobre el movimiento preciso del carbono".


Se montan instrumentos en los troncos de los árboles y en el suelo para medir todos los aspectos del funcionamiento de los árboles. Las investigaciones realizadas hasta ahora han demostrado que cada metro cuadrado absorbe unos 1.700 g de CO2 al año, al tiempo que libera hasta 1.200 g.


Y en la medida que un bosque envejece, es probable que esos flujos se equilibren más. El profesor MacKenzie afirma que sería un "desastre" que los gobiernos y las empresas confiaran en los bosques para "limpiar el desastre" del exceso de carbono en la atmósfera. Y dibuja un panorama sombrío de lo que podría salir mal. "Plantamos muchos árboles, pensamos que hemos hecho el trabajo, nos olvidamos de ellos, y lo que nos queda es un paisaje realmente desolado y moribundo del que nadie se preocupa".


Entonces, ¿cuáles son las soluciones?


En parte, se trata de elegir los árboles adecuados y, en parte, de asegurarse de que la población local se beneficie. En el extenso bosque de Thetford, en Norfolk, plantado en gran parte de forma precipitada tras la Primera Guerra Mundial, Eleanor Tew ha investigado las mejores opciones. En los años sesenta y setenta, el gobierno fomentó la plantación en hileras de las mismas especies de coníferas, lo que las hacía susceptibles a las mismas plagas y enfermedades.


Para Eleanor, es importante asegurarse de que los futuros bosques sean más resilientes. "Es un poco como asegurarse de no poner todos los huevos en la misma cesta", dice. "Puede parecer que lo obvio es plantar una especie que sea realmente buena para la madera u otra especie que sea buena para el carbono, pero si no hacen frente a una enfermedad, entonces todo el bosque fracasa".


Para Nathalie Seddon, catedrática de biodiversidad de la Universidad de Oxford, es fundamental que los planes de silvicultura, sobre todo en los países en desarrollo, no se impongan a la población, sino que ésta participe. Señala un proyecto en la región de Humbo (Etiopía) en el que se animó a los agricultores a regenerar los bosques otorgándoles derechos legales sobre los árboles y ofreciéndoles formación en gestión forestal.


En cambio, un plan de silvicultura en el noroeste de China protegió con éxito a sus habitantes de las tormentas de polvo - un hecho positivo -, pero el crecimiento de los árboles provocó luego escasez de agua en los pueblos situados aguas abajo.


Hay una idea de que se puede comprar un terreno y plantar árboles, pero eso es demasiado simplista: se corre el riesgo de hacer más daño que bien", afirma.


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