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¿Es justo culpar a Coca-Cola y a las grandes corporaciones por la crisis de basura?



Algunas corporaciones están tratando de abordar la cultura del "usar y tirar", pero los activistas dicen que son parte del problema


Artículo publicado en The Guardian el 2 de agosto de 2017


Cuando John Sauven, director ejecutivo de Greenpeace del Reino Unido, escuchó a una mujer quejarse en la radio de que las medialunas vendidas en un supermercado eran más baratas envueltos en plástico que en papel, fue directamente a su supermercado cooperativo local a chequearlo. "Era cierto", dijo Sauven en una reciente mesa redonda de The Guardian sobre el futuro de los residuos. "Si compraba dos croissants en una bolsa de papel marrón, costaban 79 peniques, y si los compraba en un recipiente de plástico grande, salían 63 peniques. Y pensé.... esto es una enorme falla del sistema".


La falla, por supuesto, va mucho más allá de los croissants. Desde las 300.000 toneladas de ropa que el Reino Unido envió a los vertederos el año pasado hasta los 7 millones de tazas de café que tiramos cada día, la escala de nuestros hábitos de desechar es sorprendentemente clara.


También lo son los impactos: las imágenes de bolsas y botellas arrastradas por el agua en las playas, o la vida marina enredada en redes de plástico, dan crédito a la ya conocida sombría predicción de la Fundación Ellen MacArthur de que los océanos contendrán más plástico que peces para el año 2050.


El papel de las empresas para hacer frente a esta crisis se ha convertido en objeto de un intenso debate en la industria y en los círculos políticos. Y eso se vio claramente en una mesa redonda de The Guardian, patrocinada por la empresa de reciclaje y gestión de recursos Suez.


Una idea clave en discusión fue la economía circular, un modelo que apunta a mantener los recursos en un ciclo perpetuo y benigno, en lugar de enviarlos al basurero después de su primer uso. Mientras que las compañías en la mesa, incluyendo Marks & Spencer y la Cooperativa, han abrazado públicamente el concepto, Sauven argumentó que sin una mayor ambición y un cambio más radical de los negocios, la economía circular corría el riesgo de convertirse en otra palabra de moda. "Tenemos que asegurarnos de que esto no reemplace simplemente a la sostenibilidad... y que sigamos creando palabras que en realidad no significan mucho en términos de sustancia", dijo Sauven. "De lo que estamos hablando no es sólo de jugar con el sistema, estamos hablando de un cambio mucho más sistémico."


Un punto álgido de la mesa redonda fue el lanzamiento de un nuevo plan de empaque por parte de Coca-Cola. El gigante de los refrescos se ha convertido en emblema de la contribución de las grandes empresas al problema de los residuos gracias, en parte, a una campaña de alto perfil de Greenpeace, que afirma que la empresa genera más de 100.000 millones de botellas de plástico al año.


Coca-Cola ha prometido aumentar el contenido de reciclado en sus botellas al 50% para 2020 e investigar el impacto de los sistemas de retornabilidad (DRS)[i], en los que se pide a los consumidores que paguen un monto que se les reembolsará cuando vuelvan a depositar el envase plástico o las latas. También ha lanzado una campaña "para animar a la gente a reciclar y disuadir a la gente de tirar basura", dijo Nick Brown, jefe de sostenibilidad de Coca-Cola European Partners.


Para Carina Millstone, directora ejecutiva Feedback que lucha contra el desperdicio de alimentos, estas promesas no llegan a alcanzar el cambio necesario para crear una sociedad sostenible. De hecho, argumentó, el modelo de negocio basado en el consumo y la extracción de recursos de una corporación global como Coca-Cola era fundamentalmente incompatible con las necesidades del planeta."La idea de sensibilizar a la opinión pública, de facilitar a la gente el reciclaje, no va a ser suficiente.... Coca-Cola no existirá si logramos la sostenibilidad. Esa es la realidad".


En cambio, se necesitan nuevos modelos de negocio que promuevan la longevidad y la durabilidad de los bienes, argumentó Millstone. Tal transformación requeriría una "re-regionalización de las economías", lejos del modelo de producción globalizado de bajo coste que ha hecho más barato, por ejemplo, comprar un nuevo par de zapatos que reparar los viejos, dijo. "En los viejos tiempos, teníamos zapateros por todas partes. Ya no lo hacemos más.... porque las grandes empresas que dominan y crean nuestro estilo de vida han descubierto que es más barato fabricar zapatos en otros lugares, aprovechando la laxitud de la regulación ambiental y el mal uso de los recursos, así como el costo relativo de la mano de obra".


Creatividad local

Millstone no es la única que ve una "economía local y vibrante" como la clave para resolver un conjunto integrado de desafíos sociales y de recursos. El Reino Unido ya está salpicado de cafés de reparación, que proporcionan herramientas, materiales y consejos a los lugareños que desean arreglar cualquier cosa, desde bicicletas hasta vajilla.


Sophie Unwin, fundadora de Remade in Edinburgh, una empresa social que enseña técnicas de reparación y vende computadoras y muebles renovados, forma parte de este movimiento. Además de mantener los productos fuera de los basureros, su negocio ha creado 10 puestos de trabajo en los últimos tres años, dijo.


Mientras tanto, Cat Fletcher, el director de la red de reutilización en línea Freegle, con sede en Brighton, ha estado trabajando con artistas y diseñadores para convertir productos difíciles de reciclar, como las bandejas de entrada de la oficina, en nuevos artículos como gafas de sol y accesorios de iluminación. "Hay todo un centro comercial en Suecia que sólo tiene bienes de segunda mano y reciclados... Hay un potencial ilimitado en lo que puedes hacer. Es cuestión de aprovechar a la gente existente y ayudarlos".


Llamados a la acción gubernamental


Pero, ¿puede este enfoque comunitario impulsar el cambio con la suficiente rapidez? David Palmer-Jones, director general de Suez UK, que procesa alrededor de 9 millones de toneladas de residuos al año, tiene dudas. "Lo que no reconocemos es la escala. Las iniciativas locales son fantásticas para mostrar lo que se puede hacer...[Pero] para conseguir escala y rapidez de cambio necesitamos la intervención del gobierno".


Hubo llamados para que el gobierno implementara un  sistema de retornabilidad vía el pago de sumas devueltas al momento del depósito del envase –DRS- a nivel nacional, Iain Ferguson, gerente ambiental de la Cooperativa, advirtió en contra de soluciones torpes y de arriba hacia abajo. "Los sistemas voluntarios te dan la oportunidad de ser flexible e innovador", dijo. "Esquemas obligatorios mal diseñados cierran eso". El enfoque correcto fusionaría los dos e incorporaría un sistema de recompensas, agregó.


Phil Cumming, gerente senior de sostenibilidad de M&S, señaló a Escocia - que tiene una agencia dedicada al tema, Zero Waste Scotland, para cumplir con la estrategia de economía circular del gobierno - como el ejemplo más efectivo.


Rauno Raal, director ejecutivo de la organización que dirige el exitoso DRS de Estonia, argumentó que su país también ofrecía una lección útil. Desde 2005, los clientes estonios han pagado a las tiendas un depósito por una botella de cola, por ejemplo, que pueden reclamar como descuento en la próxima compra si devuelven la botella vacía. El año pasado se devolvió el 75% de las latas y el 87% de las botellas de PET.


El plan sólo fue posible, dijo Raal, gracias a la acción del gobierno. "La discusión aquí es exactamente la misma que en Estonia hace 12 años. Todos los minoristas tenían miedo, los productores tenían miedo .... todo el mundo se resistía al plan de retornabilidad. El gobierno pidió a todos los productores y minoristas que se sentaran a la mesa y dijo, muy claramente, `Miren, no quieren un sistema de retorno?, entonces lo haremos como una institución gubernamental'. Pero también añadió que, si el gobierno es clave, también lo son los ciudadanos, los valores personales -inculcados por la familia y los maestros- son vitales para cambiar los patrones de consumo y conservar los recursos.


Adam Lusby, profesor de aplicación de la economía circular en la Universidad de Exeter, no está de acuerdo. Los consumidores -y el consumo- eran el objetivo equivocado, dijo. "No necesitamos hacer una gran campaña para cambiar el comportamiento de la gente, sólo necesitamos cambiar la forma en que diseñamos las cosas." Eso significa un mejor diseño de los productos, pero también una economía mejor diseñada, que, como primer paso, gravaría los recursos no renovables, como los combustibles fósiles utilizados para fabricar plástico, en lugar de la mano de obra: "En lugar de pelearse por quién hace qué, hay algunas decisiones macroeconómicas buenas y saludables que se pueden tomar", dijo Lusby.


Participantes de la mesa redonda

Oliver Balch (presidente), periodista y autor

Jane Bevis, presidenta de la OPRL

Piotr Barczak, responsable de la política de residuos, Oficina Europea de Medio Ambiente

Nick Brown, director de sostenibilidad, Coca-Cola European Partners

Phil Cumming, gerente senior de sostenibilidad, Marks & Spencer

Iain Ferguson, gerente de medio ambiente de la Cooperativa

Cat Fletcher, cofundadora y directora de medios de comunicación, Freegle

Adam Lusby, profesor de aplicación de la economía circular, Universidad de Exeter

Carina Millstone, directora ejecutiva, Feedback

David Palmer-Jones, CEO, Suez recycling and recovery UK

Rauno Raal, CEO, Pandipakend (Estonia)

John Sauven, director ejecutivo de Greenpeace en el Reino Unido

Sophie Unwin, directora de The Edinburgh Remakery

Ugo Vallauri, director de desarrollo de negocio y cofundador, Re-start



[i] Los sistemas de devolución de depósitos son sistemas en los que los consumidores que compran un producto pagan una pequeña cantidad de dinero que se les reembolsará cuando lleven el envase a un punto de recogida una vez que hayan terminado de utilizarlo. El contenedor puede ser reciclado y transformado en materia prima secundaria. La mayoría de las veces, es operado por una entidad gubernamental o por un organismo independiente. La organización responsable supervisa el proceso, con la instalación de las infraestructuras necesarias y la eficiencia del circuito de la comisión de depósito: desde los productores hasta los minoristas, desde los minoristas hasta los consumidores y viceversa.


Colaboración en corrección de traducción Fernando Berton


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