Para descarbonizar debemos descomputerizar: por qué necesitamos una revolución ludita
- Alejandro T
- 8 feb 2021
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Fuente: The Guardian ā Autor: Ben Tarnoff ā Septiembre 2019
Las grandes empresas tecnológicas afirman que la Inteligencia Artificial (IA) y la digitalización traerÔn un futuro mejor. Pero poner computadoras en todas partes es malo para las personas y el planeta
Nuestro entorno construido se estĆ” convirtiendo en un gran ordenador. La "inteligencia" estĆ” llegando a saturar nuestras tiendas, lugares de trabajo, hogares y ciudades. A medida que avanzamos en nuestra vida cotidiana, los datos se elaboran, se almacenan, se analizan y se utilizan para hacer inferencias algorĆtmicas sobre nosotros que, a su vez, estructuran nuestra experiencia del mundo. La computación nos rodea como una capa, densa e interconectada. Si nuestros padres y nuestros abuelos vivĆan con los ordenadores, nosotros vivimos dentro de ellos.
Un coro cada vez mĆ”s numeroso de activistas, periodistas y acadĆ©micos llama la atención sobre los peligros del encierro digital. Los empresarios utilizan herramientas algorĆtmicas para vigilar y controlar a los trabajadores. La policĆa utiliza herramientas algorĆtmicas para vigilar y controlar a las comunidades de color. Y no faltan posibilidades distópicas en el horizonte: propietarios que desalojan a sus inquilinos con "cerraduras inteligentes", aseguradoras que cobran primas mĆ”s altas porque tu Fitbit dice que no haces suficiente ejercicio.
Pero la digitalización no sólo supone un riesgo para las personas. TambiĆ©n supone un riesgo para el planeta. El 2020 ha sido el mĆ”s caluroso de la historia empatando al aƱo 2016. Grandes partes del Ćrtico se estĆ”n derritiendo. En la India, mĆ”s de 500 millones de personas sufren escasez de agua. Llevar la informĆ”tica a todas partes contribuye directamente a esta crisis. La digitalización es una catĆ”strofe climĆ”tica: si las empresas y los gobiernos consiguen convertir una parte mucho mayor de nuestro mundo en datos, nos quedarĆ” menos mundo para vivir.
Para entender la relación entre los datos y el clima, el mejor lugar para empezar es el aprendizaje automatizado (Machine Learning o ML). Se invierten miles de millones de dólares en la investigación, el desarrollo y la implantación del ML porque los grandes avances de la última década lo han convertido en una poderosa herramienta de reconocimiento de patrones, ya sea para analizar rostros o para predecir las preferencias de los consumidores. El Machine Learning "aprende" entrenando con grandes cantidades de datos. Los ordenadores son estúpidos: los bebés saben lo que es una cara en los primeros meses de vida. Para que un ordenador sepa lo que es una cara, debe aprender mirando millones de imÔgenes de caras.
Se trata de un proceso exigente. Tiene lugar dentro de los centros de datos (data centers) que llamamos la nube, y gran parte de la electricidad que alimenta la nube se genera quemando combustibles fósiles. Como resultado, el Machine Learning tiene una gran huella de carbono. En un artĆculo reciente que ha causado sensación en la comunidad de la inteligencia artificial, un equipo de la Universidad de Massachusetts, Amherst, descubrió que el entrenamiento de un modelo de procesamiento del lenguaje natural - el campo que ayuda a los "asistentes virtuales" como Alexa a entender lo que se dice - puede emitir hasta 626.155 libras (284 toneladas mĆ©tricas) de dióxido de carbono. Eso es mĆ”s o menos la misma cantidad producida por un vuelo de ida y vuelta entre Nueva York y PekĆn 125 veces.
La formación de modelos no es la Ćŗnica forma en que Machine Learning contribuye al calentamiento de nuestro planeta. TambiĆ©n ha estimulado un hambre de datos que es probablemente el mayor impulsor de la digitalización de todo. Las empresas y los gobiernos tienen ahora un incentivo para adquirir tantos datos como sea posible, porque esos datos, con la ayuda del Machine Learning, podrĆan arrojar patrones valiosos. PodrĆa indicarles a quiĆ©n despedir, a quiĆ©n detener, cuĆ”ndo realizar el mantenimiento de una mĆ”quina o cómo promocionar un nuevo producto.
Una de las mejores maneras de obtener mĆ”s datos es poner pequeƱos ordenadores conectados en todas partes: Cisco predice que habrĆ” 28.500 millones de dispositivos conectados en red en 2022. Aparte de la energĆa necesaria para fabricar y mantener esos dispositivos, los datos que produzcan vivirĆ”n en la nube, que consume mucho carbono. Los centros de datos consumen actualmente 200 teravatios hora al aƱo, mĆ”s o menos la misma cantidad que SudĆ”frica. Anders Andrae, un investigador muy citado de Huawei, me dice que es probable que esa cifra se multiplique por 4 o 5 para 2030. Esto pondrĆa a la nube a la altura de Japón, el cuarto mayor consumidor de energĆa del planeta.
ĀæQuĆ© se puede hacer para frenar los costes de carbono de los datos? Greenpeace lleva mucho tiempo presionando a los proveedores de la nube para que cambien a fuentes de energĆa renovables y mejoren la eficiencia. Estos esfuerzos han tenido cierto Ć©xito: el uso de energĆas renovables por parte de los centros de datos ha crecido sustancialmente. Mientras tanto, el aumento de la eficiencia gracias a mejores tĆ©cnicas y mayores economĆas de escala ha moderado el consumo energĆ©tico de la nube en los Ćŗltimos aƱos. En lo que respecta a la inteligencia artificial, un grupo de investigadores reclama un enfoque mĆ”s consciente de la energĆa, al que llaman "Inteligencia Artificial verde". Son tendencias alentadoras, y es probable que los propios trabajadores de la tecnologĆa desempeƱen un papel clave en su avance: Los empleados de Amazon llevan organizando un plan climĆ”tico desde finales del aƱo pasado, y organizaron un paro mundial para el 20 de septiembre. Entre sus reivindicaciones estĆ” la de que la empresa se comprometa a no producir emisiones para 2030 y deje de vender servicios en la nube a empresas de combustibles fósiles.

Pero estĆ” claro que para hacer frente a la crisis climĆ”tica harĆ” falta algo mĆ”s radical que hacer que los datos sean mĆ”s verdes. Por eso deberĆamos poner sobre la mesa otra tĆ”ctica: hacer menos datos. DeberĆamos rechazar la suposición de que nuestro entorno construido debe convertirse en un gran ordenador. DeberĆamos erigir barreras contra la propagación de la "inteligencia" en todos los espacios de nuestra vida.
Para descarbonizar, debemos descomputerizar.
Sin duda, esta propuesta serĆ” recibida con acusaciones de ludismo. Bien: El ludismo es una etiqueta que hay que abrazar. Los luditas eran figuras heroicas y agudos pensadores tecnológicos. Destrozaron la maquinaria textil en la Inglaterra del siglo XIX porque tenĆan la capacidad de percibir la tecnologĆa "en tiempo presente", en palabras del historiador David F Noble. No esperaron pacientemente el futuro glorioso prometido por el evangelio del progreso. Vieron lo que ciertas mĆ”quinas les hacĆan en tiempo presente - poniendo en peligro sus medios de vida - y las desmantelaron.
A menudo se nos vende una factura similar: las grandes empresas tecnológicas hablan incesantemente de que la "Inteligencia Artificial" y la digitalización traerĆ”n un futuro mejor. Sin embargo, en el tiempo presente, poner ordenadores en todas partes es malo para la mayorĆa de la gente. Permite a los anunciantes, a los empresarios y a la policĆa ejercer un mayor control sobre nosotros, ademĆ”s de contribuir a calentar el planeta.
Afortunadamente, hay luditas de los Ćŗltimos tiempos que trabajan para frenar la marea. Grupos comunitarios como la Coalición para Detener el Espionaje de la PolicĆa de Los Ćngeles se estĆ”n organizando para acabar con los programas policiales algorĆtmicos. Una creciente campaƱa para prohibir el uso de software de reconocimiento facial por parte del gobierno ha obtenido importantes victorias en San Francisco y Somerville (Massachusetts), mientras que los trabajadores de Amazon estĆ”n pidiendo que la empresa deje de vender este tipo de software a las fuerzas del orden. Y en las calles de Hong Kong, los manifestantes estĆ”n desarrollando tĆ©cnicas para evadir la mirada algorĆtmica, utilizando lĆ”seres para confundir las cĆ”maras de reconocimiento facial y cortando postes de luz "inteligentes" equipados con dispositivos de vigilancia.
Ćstas son sólo algunas posibles fuentes de inspiración para un movimiento mĆ”s amplio de descomputerización, que persiga simultĆ”neamente objetivos sociales y ecológicos. La premisa del Green New Deal es que podemos hacer que la sociedad sea mĆ”s verde y mĆ”s equitativa al mismo tiempo, que podemos democratizar mientras descarbonizamos. DeberĆamos aplicar la misma lógica a nuestra esfera digital. Impedir que un departamento de policĆa local construya un panóptico impulsado por el ML es una cuestión de justicia algorĆtmica, social y climĆ”tica. Como se decĆa en los aƱos 60: una lucha, muchos frentes.
Sin embargo, para que esta lucha tenga Ć©xito, no basta con la resistencia. TambiĆ©n necesitamos una visión del futuro que queremos. De nuevo, la historia de los luditas puede ser Ćŗtil. En 1812, un grupo de luditas de Yorkshire envió una carta al propietario de una fĆ”brica en la que prometĆan seguir actuando hasta que "la CĆ”mara de los Comunes apruebe una ley para acabar con todas las maquinarias que perjudiquen a la comunidad". Siguiendo su ejemplo, podrĆamos derivar un sencillo principio ludita para democratizar la tecnologĆa: debemos destruir la maquinaria perjudicial para el bien comĆŗn y construir maquinaria Ćŗtil para Ć©l.
ĀæQuĆ© significa esto en la prĆ”ctica? Es difĆcil pensar en algo mĆ”s perjudicial para nuestra vida comĆŗn que calentar grandes partes del planeta mĆ”s allĆ” de los niveles habitables. Los defensores de la privacidad llevan mucho tiempo pidiendo que las empresas restrinjan su recopilación de datos al mĆnimo necesario para prestar un servicio, un principio ahora consagrado en el GDPR, el reglamento general de datos de la UE. Un ludismo del siglo XXI deberĆa adoptar este principio pero ir mĆ”s allĆ”. Lo que importa no es sólo la cantidad de datos que recoge un servicio, sino la huella que ese servicio deja en el mundo y, por lo tanto, si debe realizarse.
La descomputarización no significa que no haya ordenadores. Significa que no todas las esferas de la vida deben ser convertidas en datos y computadas. La "inteligencia" omnipresente sirve en gran medida para enriquecer y dar poder a unos pocos a expensas de la mayorĆa, al tiempo que inflige un daƱo ecológico que amenazarĆ” la supervivencia y el florecimiento de miles de millones de personas.
Precisamente quĆ© actividades computacionales deberĆan preservarse en un mundo menos informatizado es una cuestión que deben decidir esos miles de millones de personas. La cuestión de si una determinada mĆ”quina perjudica o ayuda al bien comĆŗn sólo puede ser respondida por los involucrados. Sólo puede ser respondida colectivamente, a travĆ©s del experimento y la discusión en democracia.
La mancomunidad de carbono cero del futuro debe capacitar a la gente para decidir no sólo cómo se construyen e implementan las tecnologĆas, sino si se construyen e implementan. El progreso es una abstracción que ha hecho mucho daƱo a lo largo de los siglos. El ludismo nos insta a considerar: Āæprogreso hacia quĆ© y progreso para quiĆ©n? A veces una tecnologĆa no deberĆa existir. A veces lo mejor que se puede hacer con una mĆ”quina es romperla.