Fuente: The Headless Way - Entrevista con Douglas Harding, 1983
Douglas Edison Harding (12 de febrero de 1909 - 11 de enero de 2007) fue un escritor filosofo, mÃstico y maestro espiritual inglés, autor de varios libros, entre ellos Vivir sin cabeza: el Zen y el descubrimiento de lo obvio (1961), que describe técnicas sencillas inventadas por él para que los lectores experimenten (no sólo comprendan) la no dualidad de la conciencia.
Richard Lang: Douglas, llevas muchos años escribiendo e impartiendo talleres. ¿En qué consiste su trabajo?
Douglas Harding: Es una pregunta que debo hacerme siempre. No tener una idea preconcebida y predeterminada de lo que es, sino planteármela de nuevo cada vez. Para esta entrevista, Richard, tengo que volver a preguntarme qué me propongo. ¿Qué me propongo? Bueno, me estoy acercando bastante al final de mi vida, y parecerÃa algo muy natural y apropiado preguntarme de qué se trató, para qué sirvió. Más personalmente aún: ¿qué era vivir, qué es existir? Una de las primeras cosas que debo decir es que existir, haber existido, me parece de lo más extraordinario. No me refiero sólo a ser Douglas Harding, sino a ser en absoluto, a ser consciente, a ser una conciencia, o incluso la propia conciencia. ¡Qué cosa tan extraordinaria y qué lástima llegar a esta conciencia, ser consciente, y luego no saborearla! Parece algo horrible, triste y gallináceo y miserable, no interesarse por estos asuntos. Asà que lo que me propongo, en resumidas cuentas, es despertar al misterio de mà mismo.
RL: Además de su trabajo sobre sà mismo, ¿qué hay de su trabajo en el mundo?
DH: Bueno, considero que mi trabajo en el mundo está bastante subordinado a mi trabajo sobre mà mismo. Creo que tener la idea de que puedo ayudar y ejercer una influencia, o tener algo de valor para el mundo, es secundario y depende de que haya respondido a la pregunta básica de qué es para mà mi propia vida. Parece que no tengo nada que decir a los demás hasta que no haya resuelto mi propio problema. Pero cuando lo haya hecho, cuando haya despertado a lo que significa ser yo mismo, entonces, puesto que encuentro que la simple verdad es tan diferente de todo lo que habÃa concebido, tan valiosa, tan interesante, tan maravillosa, tan divertida, que afecta tan profundamente a mi forma de vivir, ¡qué natural es querer compartirlo con el mundo! En cuanto al método para compartirlo, supongo que eso se verá más adelante en sus preguntas.
RL: ¿Cuál es el método?
DH: El método consiste en girar la atención en un ángulo de exactamente 180 grados. Normalmente, nuestra atención se dirige hacia fuera, hacia delante. Está dirigida a un objeto, y eso es muy apropiado. Ahora te estoy mirando a ti, mi atención está hacia Richard, pero en este momento ¿de dónde viene esa atención? ¿Cuál es la flecha de mi atención, con qué arco está siendo disparada? Lo que hago ahora es girar la flecha y notar que aquà no hay nada parecido a lo que encuentro allÃ. Asà que lo que hago es mirar en dos direcciones, y son diametralmente opuestas entre sÃ. Una es mirar lo que estoy mirando, que es Richard con una mano en la barbilla y un bolÃgrafo en la otra mano, mirándome. En la otra dirección, en un ángulo de 180 grados con respecto a esa imagen de Richard, está la ausencia de algo parecido. Aquà no encuentro absolutamente nada. Ciertamente nada correspondiente a lo que encuentro allÃ. Aquà no hay rostro, ni cabeza con la que enfrentarme a Richard. Me encuentro vacÃo en su favor, y ésta es la experiencia esencial de la que procede todo. Este vacÃo-para-los-otros es lo que estoy disfrutando, y cuando intento compartirlo con la gente, y llevarlo al mundo, esto es lo que consigo que miren, cada uno por sà mismo. No puedo decirles lo que tienen que encontrar, pero puedo animarles contándoles lo que yo encuentro. Quiero que la gente compruebe si está en las mismas condiciones que yo, o no.
RL: Asà que está viendo que para usted es diferente de lo que parece.
DH: Ser un ser humano "normal" es estar convencido de que soy lo que parezco. Pues yo digo que no soy lo que parezco. Es más, ¡soy lo contrario de lo que parezco! Cuando digo lo que parezco, me refiero a lo que tú pareces.
RL: A mà me pareces un hombre.
DH: Claro que te parezco un hombre con mi metro ochenta. Pero me miro a mi mismo a cero pies y no puedo encontrar ninguna de esas caracteristicas que usted esta recibiendo. Aquà no hay ojos, ni boca, ni mejillas, ni barba. Asà que me parece que no estamos, Richard, en este momento, cara a cara. Nunca en toda mi vida he estado cara a cara con nadie. Me parece que esto del cara a cara es el gran engaño, el truco de confianza universal que estoy seguro que al final es ruinoso para vivir, por muchas razones.
RL: ¿Cómo llegó a esta conclusión?
DH: Creo que viviendo una vida tan desordenada y siendo una persona tan insatisfactoria: tenÃa que averiguar qué habÃa ido mal. Además, quizás tenÃa más curiosidad y curiosidad de la cuenta, asà que al final tuve que mirarme a mà mismo. Después de haber leÃdo, pensado y reflexionado sobre mi identidad durante años, me encontré a mà mismo mirando y atreviéndome a ser mi propia autoridad, mi propia autoridad en el único lugar en el que puedo pronunciarme. Nadie más puede hablarme de ello, de cómo soy aquà mismo, siendo yo ahora, coincidiendo conmigo mismo. Una vez que me hice esta pregunta, "¿desde dónde estoy mirando?", se hizo evidente al instante que era exactamente lo contrario en todos los sentidos de lo que me habÃan contado. Para estar cara a cara contigo ahora, tengo que alucinar algo aquà para que coincida con lo que veo allÃ, encima de tus hombros. Me parece, Richard, que vivir mi vida sobre la base de una mentira central es una vida podrida, como una manzana con el corazón podrido es una manzana podrida.
RL: ¿Cómo afecta a tu vida esta conciencia de quién eres, de que no eres una cosa en el mundo? ¿Cómo cree que puede afectar a la vida de los demás?
DH: De muchas maneras. Sólo puedo empezar a hablar de ellas. Nada ha cambiado. Es difÃcil saber por dónde empezar. Empezaré, en cierto modo, por el final. Esta nueva conciencia significa que cuando me miro en el espejo miro algo que tiene una enfermedad terminal, a saber, la vida. Ese que se refleja en el espejo está viviendo, ese nació, ese va a morir. Está cambiando todo el tiempo. Y no es en absoluto lo que soy. Es lo que parezco ser. No es mi realidad central. Es una de mis apariencias, y está muriendo. Lo que soy aquà contrasta totalmente con eso, porque aquà no hay nada que cambiar, y mucho menos morir. Es obvio que todas las cosas, desde las galaxias hasta las partÃculas, perecen. Por lo tanto, si soy una cosa, soy perecedero. Todas mis apariencias son cosas, son fenómenos, pero la realidad de la que proceden no es un fenómeno, no es una cosa. Es la conciencia de sà misma como libre de cosa.
RL: ¿Qué hay de la interacción de uno con la gente, los animales, incluso las cosas?
DH: Bien, una relación simétrica, persona a persona y cara a cara y cosa a cosa, tiene que ser lo opuesto, absolutamente diferente de una "relación" (no es una relación en absoluto) entre no-cosa y cosas. Mi "relación" con todo lo imaginable, con cada persona, es total y absolutamente a-simétrica. Lo que significa en la práctica que, en lugar de relacionarme con esa persona, soy esa persona. Soy él o ella en el sentido de que esa es mi apariencia en este momento, ese es el disfraz que llevo. Es la forma que estoy tomando en este momento. Tú en este momento me estás formando, dándome forma. Es como si yo me Richardizada. Es un comienzo maravilloso porque significa que no me opongo a ti, que no me enfrento a ti, que no estoy contra ti. Ahora bien, la confrontación es nuestro problema, es de lo que adolece nuestro mundo. La consecuencia de ver quién soy es descubrir que no puedo, no quiero, nunca, enfrentarme a nada en mi vida. La confrontación es la gran mentira en la que se basa nuestra vida y nuestra sociedad. Deshazte de esa mentira y prueba lo que ocurre. Significa amor universal.
RL: Esta revolución en las relaciones personales debe repercutir en la relación con los extranjeros, los animales y las plantas, los objetos inanimados... lo que sea. Pienso en todos los conflictos que hay hoy en el mundo a todos los niveles y en cómo podrÃa usted ayudar.
DH: Creo que si intentamos mejorar, o incluso abolir, las cosas terribles que están ocurriendo en el mundo -la guerra y la explotación, el hambre, todas esas cosas-, si intentamos hacerlo a nivel de los sÃntomas no vamos a hacer gran cosa. No dirÃa que es inútil, pero será insuficientemente radical. No contribuiremos realmente hasta que abordemos la raÃz del asunto, y la raÃz del asunto se encuentra en cada una de nuestras vidas personales. Si en este momento padezco esta enfermedad de la confrontación en mi relación contigo, ¿de qué sirve tratar de resolver el mismo problema de confrontación a otros niveles -nacional e internacional-, confrontación entre sexos, etnias, religiones, ideologÃas, bloques de poder, etc.? En otras palabras, el servicio al mundo empieza en casa. Repito: el servicio al mundo empieza en casa, aunque sólo sea porque cuando descubres quién eres, descubres que eres el mundo.
RL: ¿Cómo cree que afecta a los problemas personales, psicológicos? ¿Como la depresión, la ansiedad, el miedo, la soledad?
DH: En cierto sentido, deja que esas cosas humanas sigan su propio curso. En el centro de mi vida está la Conciencia, cuya naturaleza es la libertad: libertad no sólo de las cosas, sino de todo tipo de pensamientos y sentimientos. Ciertamente, de problemas de todo tipo. Como la fuente de esas cosas, el origen de esas cosas difÃciles, su asunto debe ser dejarlas en paz, libres de ser lo que son. Lo que realmente soy no cambia en sà mismo lo que me gusta llamar mi naturaleza humana. Lo que hace, es situarla. No se niegan estas cosas difÃciles y a veces desgarradoras. De hecho, es mucho más honesto y alegremente asumido, desde el estado de libertad en el centro, de lo que nunca lo fue desde esa persona ilusoria. Ahora bien, no hay por qué negar estos problemas y hay motivos para reconocerlos en la medida en que persistan: soledad, depresión, etc. Es parte del precio de la participación en el mundo tener estos sentimientos, algunos de los cuales son agradables, otros desagradables, otros trágicos. No puedo existir, no puedo expresarme en absoluto, sin este dualismo de ahà fuera. El dualismo del bien y el mal, la belleza y la fealdad, el blanco y el negro, etc., es la condición ineludible para expresarse en el mundo desde el lugar que está libre de esas dualidades. Asà que no se trata de estar libre de esas cosas, en el sentido de abolirlas, sino de estar libre de ellas en el sentido de localizarlas. Ya no son centrales. Esto no sólo nos aleja de ellas -sin alejarnos de ellas-, sino que, a la larga y cuando se persiste en ello, las cambia. Queda por ver cómo lo hace exactamente.
RL: ¿Encuentra en su propia vida que ha llegado a una sensación de profunda paz a través de esta conciencia?
DH: SÃ, asà es. No podrÃa ser más profunda. No podrÃa estar más disponible, y no podrÃa ser más natural o nativo de uno mismo. Ha estado aquà todo el tiempo, y nunca se puede conseguir, ni mejorar, ni cultivar. Simplemente está aquà para que la veamos. Esta paz es nuestra propia naturaleza, no algo con lo que nos topamos. Está donde estamos, más cerca que todo lo demás. No venimos a ella, venimos de ella. Encontrarla es permitirnos volver al lugar del que nunca salimos.
RL: ¿Puede decirnos algo sobre su "nueva tecnologÃa", los experimentos?
DH: Ya he descrito uno de ellos, el que quizá sea el mejor de todos. Cuando tienes un rostro delante, la pregunta que te haces es: "¿Hay algo aquà que se le parezca?". Ahora te miro a los ojos y veo dos pequeñas "ventanas", Richard, por las que supuestamente te asomas. ¡Maravillosamente! Pero aquà donde estoy no encuentro ojos en absoluto, y menos dos. Aquà sólo encuentro una enorme "ventana", más ancha que del Este al Oeste. No tiene marco. Es una especie de óvalo, pero de extensión infinita. En lugar de un par de pequeñas mirillas aquÃ, esto es lo que encuentro. De nuevo, miro el color de tu cara ahora -¿cómo puedo asimilar ese color si hay algún color aquÃ? Veo la complejidad de tu barba, de tu pelo, de tus poros, todas esas sutiles variaciones de forma y textura, y observo la ausencia total de todo eso aquÃ. Allà encuentro un maravilloso ensayo de complejidad, aquà encuentro un maravilloso ensayo de simplicidad, total claridad, total libertad, total alivio de lo que encuentro allÃ. Encuentro que tus ojos se mueven. Pues aquà no encuentro movimiento. Cuando caminas por el pasaje, por qué eso es lo que haces. Pero yo encuentro que cuando camino por el pasaje no camino por el pasaje en absoluto, ¡el pasaje camina por mÃ! Si salgo en mi coche, ¡todo el campo se mueve! De hecho, todo en la vida, absolutamente todo en la vida, es para mà una oportunidad para descubrir que todo lo que me habÃan dicho sobre mà -sobre mÃ, tal como soy realmente, aquà mismo- está al revés. De hecho es increÃblemente divertido asà como enormemente importante psicológicamente, espiritualmente, decir la verdad sobre uno mismo, a uno mismo. El autoengaño es aburrido y enfermizo.
RL: ¿Cómo ve su futuro y el futuro de su trabajo?
DH: Empezaré por lo segundo. ¿Qué va a pasar con estas técnicas de las que acabo de dar algunas indicaciones? Si la raza humana va a sobrevivir (y me parece que tiene bastantes posibilidades de hacerlo), creo que será porque la experiencia de la no confrontación se está difundiendo. La esperanza de la raza humana reside en esto, y en formas similares, formas paralelas de llegar a la verdad de la no confrontación. Me parece que hemos atravesado un periodo en el que este mito de la confrontación, después de una antigüedad de quizás un millón de años, se ha vuelto tan contraproducente que amenaza nuestra propia supervivencia. Nuestra necesidad es descubrir que es un mito y empezar a vivir ese otro tipo de vida, la vida de la no confrontación, en la que cada uno de nosotros se vacÃa para los demás. Para mÃ, el futuro de mi trabajo consiste en seguir señalando la verdad de la no confrontación y su necesidad. Creo que si es verdad, y lo es, se cuidará sola. Creo que ya se está incorporando en una especie de clandestinidad, no de forma demasiado obvia. No es algo que coja a la gente por el cuello. Es algo que funciona a un nivel diferente y más profundo. De todos modos, el hecho de que ya estemos viviendo de esto es la gran garantÃa de su supervivencia. Somos asÃ. No es un logro, es una realización - la realización. La confrontación es un mito. Se puede confiar en que la verdad cuide de sà misma. Por eso no me preocupa el futuro.