El mundo es, sobre todo, todo lo que las plantas pudieron hacer con él
- Homo consciens

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Arte por Marie Amalia Bartolini
Extracto de libro "The Light Eaters" de Zoe Schlanger.

"Cuando las plantas salieron del océano hace aproximadamente 500 millones de años, llegaron a un ambiente terrestre estéril, envuelto en una inhóspita niebla de dióxido de carbono e hidrógeno. Inhóspita, esto es, a todo menos las plantas. Ya habían aprendido a destrabar oxígeno del dióxido de carbono disuelto en el océano. Y adaptaron la tecnología a su nuevo mundo. De alguna manera, trajeron el océano con ellas. Al expirar incesantemente, esas legiones de plantas terrestres tempranas, inclinaron el balance de gases hacia la oxigenación. Y crearon la atmósfera que ahora disfrutamos. No es una exageración decir que parieron el mundo habitable.
Como el filósofo italiano Emanuele Coccia dice, las plantas construyeron nuestro cosmos, “El mundo es, sobre todo, todo lo que las plantas pudieron hacer con él”.
A través del mismo proceso, las plantas han hecho cada iota de azúcar que hemos consumido. Una hoja es la única cosa en nuestro mundo conocido que puede producir azúcar de materiales –luz y aire- que nunca estuvieron vivos. Todo el resto de nosotros somos usuarios secundarios, reciclando lo que las plantas han hecho. Nuestras recombinaciones pueden ser geniales, pero la materia no es original. La original fue hecha así: al caer los fotones solares sobre las partes verdes extendidas de las plantas, los cloroplastos en la célula de la hoja convierten la partícula de luz en energía química. Esta energía solar se almacena dentro en moléculas especializadas de almacenamiento de energía, los paquetes recargables de baterías del mundo de las plantas.
Al mismo tiempo, las hojas absorben el dióxido de carbono del aire a través de minúsculas aberturas debajo de las hojas, llamadas estomas. Bajo el microscopio, los estomas se parecen a pequeñas bocas entreabiertas, labios de peces que se cierran y se abren. Después de todo están respirando a su manera. Los estomas absorben el dióxido de carbono, y el dióxido de carbono ahora se encuentra a la vez con la energía solar almacenada en los cloroplastos y con el agua que está corriendo, siempre, a través de las venas de las hojas. A través de tal encuentro con la energía pura de la luz, el agua y el dióxido de carbono las moléculas son desgarradas. La mitad de las moléculas de oxígeno de ambas partes flotan de ese encuentro, pasando a nuestro mundo a través de los labios partidos de los estomas – y transformándose en el aire que respiramos. El carbono, hidrógeno y oxígeno que queda es hilado en hebras de azúcar glucosa. Para ser preciso, lleva 6 moléculas de dióxido de carbono y 6 moléculas de agua, desgarradas por el poder del sol, para formar 6 moléculas de oxígeno y –el verdadero objetivo de todo este proceso- una preciosa molécula de glucosa. La planta usa la glucosa para construir nuevas hojas, que serán usadas para hacer más glucosa. También despacha la glucosa hacia abajo de su cuerpo, pasándola a su arquitectura bajo tierra, donde es usada para que crezcan más raíces, las cuales podrán absorber más agua a través del cuerpo, que será usada para hacer más glucosa. De esta forma, la vida se despliega.
Estamos hechos de glucosa, también. Sin la constante oferta del azúcar de las plantas, nuestras funciones vitales cesarían rápidamente. Piense acerca de esto: cada órgano animal fue construido con el azúcar de las plantas. La carne de nuestros huesos y, por cierto, nuestros mismos huesos llevan la firma de sus moléculas. Nuestros cuerpos están fabricados con hebras de materiales que las plantas primero hilaron. Así también, cada pensamiento que ha pasado por nuestro cerebro fue hecho posible por las plantas.
Esto es literalmente así. El cerebro en particular es una máquina que funciona principalmente a glucosa. Sin la continua fuente de glucosa, la comunicación entre neuronas se lentificaría y luego cesaría. La memoria, el aprendizaje y el pensamiento se apagarían. Sin glucosa tu cerebro se marchitará, un poco antes que tú. Toda la glucosa del mundo, no importa si llega a tu cuerpo empaquetada en una banana o en un trozo de pan de trigo, fue producida de la nada por una planta en el momento después que los fotones del sol cayeran sobre ella.
De esta manera, en cada momento, entramos en conversación con las plantas, y ellas con nosotros. Nuestros pensamientos, y el producto de ellos –la trama de nuestras culturas, la dirección de nuestra invención- tienen detrás trillones de cuerpos de plantas, cada una haciendo alquimia y trayendo el mundo a la existencia.
Sin embargo, por todo lo que pueden hacer, las plantas no pueden moverse. Es quizás una de las grandes proezas de la vida que las plantas se hayan podido distribuir tan ampliamente dadas su limitada movilidad. Colonizar los siete continentes requirió innovación, adaptación y suerte. Pero llegar fue solo una hazaña. Sobrevivir, reproducirse y establecerse en comunidades complejas –todo esto mientras se enfrentaban a las presiones de los depredadores, las estaciones, la escasez y las plagas- es otra cosa completamente distinta."
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