Fuente: The Independent - Autor: Donnachadh McCarthy - Julio de 2021
No se debe permitir que el "cero neto 2050" dé oxígeno a la mentira de que podemos seguir como hasta ahora, sin cambiar radicalmente nuestros estilos de vida y economías, escribe Donnachadh McCarthy
¿Cuándo "cero" no significa "cero"? Cuando una empresa petrolera, un banco o un aeropuerto hacen un lavado verde con sus planes de acción climática de "carbono neto cero", por supuesto.
Cada vez es más preocupante que la expresión "carbono neto cero" haya sido secuestrada y devaluada por las corporaciones alimentadas por los combustibles fósiles. Por ello, es de agradecer que los altos responsables de la ONU en materia de clima, Nigel Topping y Gonzalo Muñoz, organizaran un debate sobre este tema en la Semana de Acción Climática de Londres.
James Dyke, del Instituto de Sistemas Globales de la Universidad de Exeter, argumentó con rotundidad que el concepto de "cero" puede ser una trampa peligrosa que induce al público a pensar que se están tomando medidas reales para hacer frente a la emergencia.
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De hecho, lo que parece estar sucediendo es que muchas empresas y, en algunos casos, los gobiernos están ocultando negocios destructivos alimentados por fósiles bajo el manto de las promesas de ser carbono neto cero para 2050. Sostiene que apuestan por tecnologías de eliminación de carbono no probadas para compensar -en la década de 2040- el aumento de las emisiones en la década de 2020.
Muchos planes internacionales de carbono neto cero para 2050 incluyen propuestas de quema masiva de árboles en centrales eléctricas, y la captura y almacenamiento del carbono liberado (CCS). Pero estas plantas de bioenergía pueden tener un impacto negativo en los alimentos, el agua y la biodiversidad, y la CCS aún no está probada comercialmente.
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Según Dyke, para mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1,5 ºC sólo con esta técnica se necesitaría una superficie que se calcula que duplica el tamaño del subcontinente indio. Muchos de estos planes "cero" para 2050 requerirían que nuestros hijos pagaran por estas tecnologías no probadas para eliminar hasta 10.000 millones de toneladas de CO2 de la atmósfera, cada año desde 2050 hasta 2100. CO2 que en realidad fue emitido por nosotros en la década de 2020.
Dyke resumió estos planes como "quemar ahora y pagar después". También argumentó apasionadamente contra la injusticia intergeneracional que esto representaba, y citó la reciente (y, en mi opinión, ridícula) pretensión del aeropuerto de Bristol de ser "neto cero", al no incluir las emisiones de los vuelos.
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También citó los recientes planes de Shell y Barclay para 2050, que les permiten seguir invirtiendo miles de millones en nuevos combustibles fósiles durante la próxima década.
Dyke dijo que las políticas actuales de los países nos llevan a un aumento de 3ºC en la vida de nuestros hijos y afirmó que, debido a la falta de grandes reducciones actuales, cualquier esperanza de limitar el aumento de las temperaturas al objetivo acordado de 1,5ºC "ha terminado".
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Para alcanzar el objetivo de 1,5 ºC es necesario reducir las emisiones de carbono en un 6% cada año hasta 2030. Pero en 2021 se registrará probablemente uno de los mayores aumentos de las emisiones en un solo año, debido a la recuperación de la economía impulsada por los fósiles.
Según Dyke, aunque la producción de energía renovable se está disparando, sólo proporciona el 25% de toda la expansión del consumo mundial de energía, por no hacer mella en el consumo energético actual.
Otros participantes en el debate advirtieron del peligro de abandonar el concepto de "cero neto", argumentando que proporciona un marco para la descarbonización.
Nigel Topping pidió que la sociedad civil separe "lo bueno, lo malo y lo feo", y denunció a las empresas que utilizan el concepto de "cero neto" para maquillar de verde sus negocios. Muñoz afirmó que el concepto de "cero neto" estaba "llevando positivamente" a muchas empresas de todo el mundo a establecer verdaderos objetivos de descarbonización y a tomar medidas reales.
En respuesta a una pregunta sobre si la Cop26 debería aplicar el llamamiento de la Agencia Internacional de la Energía para prohibir inmediatamente todas las nuevas inversiones en combustibles fósiles -lo que, según la agencia, es esencial para tener un 50% de posibilidades de alcanzar el nivel cero-, la profesora Tzeporah Berman, de la Universidad de York, dijo que detener la exploración de nuevos combustibles fósiles era la gran pieza que faltaba en las negociaciones internacionales.
Explicó que el Acuerdo de París sobre el Clima tenía como único objetivo reducir la demanda de combustibles fósiles, pero no abordó en absoluto la eliminación de la producción. Añadió que la prohibición de las inversiones en combustibles fósiles en el sur global requeriría la cooperación internacional, ya que muchos de ellos estaban ampliando la exploración petrolera en los preciosos bosques tropicales, para pagar las deudas nacionales.
Pero, como más del 80% de las inversiones mundiales previstas corresponden a los países industrializados -incluidos Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Noruega y Australia-, les corresponde liderar el cierre de todas sus nuevas exploraciones e inversiones en combustibles fósiles.
Berman argumentó que el hecho de que la prohibición no estuviera en la agenda de la Cop26 mostraba hasta qué punto el gobierno del Reino Unido -como presidente de la Cop26- y otros gobiernos industriales estaban bajo la influencia de los grupos de presión de las corporaciones de combustibles fósiles, y que el gobierno del Reino Unido seguía adelante con los permisos para la extracción de petróleo y gas en tierra y en el mar.
Añadió que en Canadá el gobierno está destinando más subvenciones anuales al fracking que a todos sus planes de reducción de emisiones a cero en 2050.
Topping acogió con satisfacción el innovador informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), y el llamamiento a detener la exploración de nuevos combustibles fósiles. Afirmó que los defensores del clima estaban decididos a que su iniciativa "Race to Zero" no sirviera de plataforma a ninguna empresa que se dedicara a lavar el medio ambiente.
Al salir del debate, me sentí alentado por el hecho de que algunos miembros de la comunidad climática se dieran cuenta de que las empresas estaban abusando del concepto de "cero neto" y de que era necesario un esfuerzo de toda la sociedad para desenmascararlas y obligarlas a emprender un verdadero proceso de descarbonización. No se debe permitir que el Cero Neto 2050 dé oxígeno a la mentira de que podemos seguir como hasta ahora, sin cambiar radicalmente nuestros estilos de vida y economías.
Pero la última palabra en el debate la tuvo la renombrada abogada y activista medioambiental Farhana Yamin, que resumió el reto con esta hermosa y sencilla afirmación: "Nuestro trabajo es conseguir que la industria de los combustibles fósiles llegue a cero emisiones lo antes posible".