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Ilya Prigogine: El futuro no está predeterminado


Fuente: Pressenza y LA NACION - Por Nora Bär - 22 de abril de 2000

Ilya Prigogine es uno de los principales responsables de nuestra visión actual del universo, en la que la imagen de un mecanismo eterno e inmutable dio paso a la de una obra en construcción en la que el tiempo juega un papel esencial.

La nueva ciencia no habla de certidumbre, sino de probabilidad.

La modernidad es la búsqueda de la certidumbre, el control y el dominio. Y aún hoy, escribe Silvia Zimermann, pasadas décadas de la nueva ciencia, no toleramos la idea del caos; preferimos la supervivencia de un "orden desordenado", obsoleto y dañino que nos de una seguridad falaz. Prigogine invita a pensar el caos como consustancial a la vida, y entenderlo con signo positivo: como ámbito de creatividad, de transformación y de oportunidad.

Sin caos, sin alejamiento de los estados de equilibrio, no habría capacidad de reorganización de las estructuras disipativas, esas en las que pedazos subsistentes del orden viejo y el desorden alcanzado estructuran lo nuevo con el concurso de la libertad.

¿Está el futuro predeterminado? ¿Cómo surgió el universo? ¿Cuál es el papel de la ciencia en el mundo actual? A los 83 años, con la voz algo vacilante y su bondad y lucidez de siempre, Ilya Prigogine contesta estas preguntas.


A continuación parte de la entrevista publicada por el Centro Mundial de Estudios Humanistas, CMEH y que se encuentra en el sitio Pressenza:


LRI: Ante la desorientación del mundo actual, ¿qué respuestas cree que son necesarias?

IP: ¿Respuestas? Es mucho pedir, sobre todo porque estamos en un nuevo periodo histórico. Estamos viviendo el declive de las ideologías, ya sean económicas o políticas. Lo mismo ocurre en el ámbito científico, sobre todo en lo que respecta a la noción de determinismo y certidumbre. Por tanto, es difícil esperar respuestas en un momento en que la humanidad atraviesa un periodo de transición. No obstante, se perfilan algunas tendencias generales: el interés por la naturaleza, por el ser humano y por la historia de las civilizaciones. Nuestros contemporáneos tienen intereses muy diversos. En este contexto, es importante situar el papel de la ciencia. Tengo una visión bastante positiva de la ciencia. Creo que, a pesar de todo, la ciencia tuvo un efecto muy importante en el siglo XX. A lo largo de ese siglo hubo, por supuesto, guerras espantosas y holocaustos, pero a pesar de ello hubo efectos positivos, una mayor universalidad y una tendencia a la disminución de las desigualdades. La gente es más consciente de otras civilizaciones. También es interesante observar que la ciencia y la tecnología, que eran elementos de dominación europea, se han convertido en instrumentos de difusión de la cultura, permitiendo transmitir un mensaje más universal.


LRI: ¿Cuáles son los aspectos clave que están cambiando?

IP: Hasta hace poco, teníamos una idea bastante simplista de la naturaleza y de su funcionamiento. Pensábamos que con las leyes de Newton o la mecánica cuántica teníamos una descripción casi completa del mundo. En resumen, nos centrábamos en el movimiento de cuerpos aislados. Pero la naturaleza no es eso. A todos los niveles, nos ofrece un elemento narrativo, un poco como Sherezade que interrumpe su historia para comenzar otra más bella. La ciencia actual está pasando de una descripción geométrica del universo a otra más narrativa. Es una serie de historias entrelazadas. Esto nos lleva a la noción de complejidad de la naturaleza. Pero es esta complejidad la que le ha permitido crear maravillas como las plantas y el cerebro. Así que no debemos deplorarla. La complejidad es bienvenida; no describe un declive de la ciencia, sino una apertura.


LRI: Usted cuestiona teorías que se remontan al siglo XIX...

IP: El siglo XIX nos dejó dos concepciones contradictorias. Por un lado, las leyes de la naturaleza aplicables a los movimientos reversibles. Pensábamos que todas las manifestaciones de la naturaleza estaban descritas por estas leyes, pero eso no es cierto. Por un lado, tenemos la ley reversible del movimiento planetario y, por otro, la conductividad térmica, que es un ejemplo de fenómeno irreversible en el que se manifiesta la flecha del tiempo. La flecha del tiempo es común a todo el universo. Tú envejeces en la misma dirección que yo. Todas las estrellas evolucionan en la misma dirección temporal. Por lo que sabemos, todos los objetos del universo se mueven en la misma dirección temporal. Lo que es común a nuestro universo es la dirección del tiempo. Esta flecha no surge a nivel de trayectorias individuales, sino a nivel de grandes conjuntos. Poblaciones" de partículas o moléculas. Para comprender el universo, no podemos diseccionarlo en unidades independientes. De hecho, muchos investigadores han defendido antes que yo que el reduccionismo tiene sus límites. Hay que contemplar la naturaleza como un todo.


LRI: ¿Qué aporta su investigación sobre la irreversibilidad?

IP: La irreversibilidad es la condición misma de la novedad. Tiene un papel creativo. Las fluctuaciones se amortiguan a medida que nos acercamos al equilibrio. Pensemos en las oscilaciones amortiguadas en torno a la energía potencial mínima de un péndulo. Pero la situación cambia lejos del equilibrio; ahí, las fluctuaciones pueden aumentar. Cuando ya no se tiene una posición mínima, por ejemplo en el péndulo, las fluctuaciones desempeñan un papel importante. Casi se podría decir que la materia está en un estado de flujo todo el tiempo. Lejos del equilibrio, ya no tienes esos mínimos, y en ese caso puedes tener fluctuaciones que pueden aumentar. Nuestro mundo es un mundo de fluctuaciones. La historia de la vida no debe verse de forma lineal; es una superposición de historias. Los reptiles empezaron a volar mientras otros permanecían en tierra, los mamíferos empezaron a nadar mientras otros permanecían en tierra, los monos se hicieron hombres mientras otros seguían siendo monos. Observamos un mundo de fluctuaciones, algunas de las cuales se desarrollan y otras no.


A continuación la entrevista del diario La Nación:

P: Usted afirma que es imposible determinar el futuro. ¿Cómo se aplica eso a los asuntos humanos?

Ilya Prigogine: Siempre me impresionó la contradicción entre nuestra experiencia humana y la visión científica clásica que concebía el universo como una máquina. Para mí, el futuro del universo no está predeterminado, y el de la sociedad, tampoco. El nuestro es un mundo de probabilidades. Si estuviera predeterminado, esta conversación estaría decidida desde el Big Bang. Pero lo que vemos es un universo autoorganizado, dado a las bifurcaciones. Por ejemplo, el advenimiento del régimen comunista fue algo que nadie podía predecir. Entre muchas soluciones triunfó una. Y eso, yo creo, ocurre igual en la ciencia.


P: ¿Cuál es, para usted, el papel que debe cumplir la investigación?

IP: Creo que no puede haber duda de su importancia. Hace 100 años, la investigación era una actividad elitista. Einstein y otros decían que podía desarrollarse independientemente de la sociedad. Pero ya no es así. Hoy, entre las disciplinas en desarrollo se encuentran la información, la comunicación, la medicina y la biología molecular. Hace 30 años no dudábamos de que las más importantes eran la física de altas energías, el descubrimiento de partículas elementales. La situación está cambiando.


P: Usted suele decir que los científicos son muy parecidos a los artistas. ¿Eso implica que no descubren la verdad, sino que la crean?

IP: Los artistas crean algo que no existía antes, en cambio los científicos en cierto modo descubren el sentido de algo que existe desde siempre. La creatividad está en el modo en que se investiga. No es meramente individual sino de toda una cultura. Por ejemplo, un investigador chino no plantearía las mismas preguntas que uno occidental. Para ellos, la temporalidad y la espontaneidad siempre fueron obvias, mientras que para la ciencia occidental existía la tentación de transformar todo en una máquina. Desde Newton hasta el genoma. Ahora, los científicos se sienten tentados a aplicar el modelo de máquina a la existencia humana.


P: Desde su concepción de un universo inestable, ¿se puede inferir que el mundo está gobernado por el azar?

IP: El equilibrio sólo es posible para sistemas aislados, pero nuestros sistemas no están aislados. Esto es obvio en nuestro planeta: vivimos de un flujo de energía que proviene del sol. Sólo ahora empezamos a entender por qué el universo no está en equilibrio. Es una pregunta abierta. Sin embargo, no es lo mismo decir que la naturaleza está determinada por probabilidades que decir que está gobernada por el azar. Eso sería alienante.


P: El año último, en Washington, varios cosmólogos estuvieron de acuerdo en que para aceptar ciertas premisas de la ciencia es necesario creer en ellas. ¿La ciencia es otro tipo de religión?

IP: En un mundo autoorganizado, que no está en equilibrio, surge la vida. Cuando el mundo era comparado a un gran péndulo, la religión era inevitable, porque alguien tenía que haber echado a andar el sistema. Para mí, la pregunta que debe hacerse es si la dirección de la evolución está dada por alguien desde afuera de la naturaleza o si la naturaleza en sí misma genera sus propias leyes. Es una pregunta por la libertad.


P: Con la finalización del Proyecto Genoma Humano se promete la cura de enfermedades y hasta la inmortalidad. ¿Qué consideración ética le merecen estos avances?

IP: Por supuesto, más ciencia nos hace más poderosos y eso nos conduce a difíciles elecciones. Pero la investigación no sólo debe ser concebida como una búsqueda de la verdad. También debe estar fundada en la cultura. No hay duda de que habrá elecciones difíciles. Pero no tenemos que temerles. La ciencia es un diálogo entre la humanidad y la naturaleza, y todavía somos profundamente ignorantes.


P: ¿Qué balance hace después de haber dedicado toda su vida a la reflexión?

IP: De joven yo tocaba mucho el piano y estuve tentado de convertirme en pianista (pero probablemente hubiera sido de segundo orden). Recuerdo una entrevista en la que se les preguntaba a varios científicos por qué se habían dedicado a esto. Algunos contestaban que había sido porque la vida es demasiado corta para dedicarse a las palabras cruzadas. Otros, por solidaridad. Yo me dediqué a la ciencia por insatisfacción.


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