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Silvio Gessell: La moneda de la cooperación


Fuente: párrafo del libro "The Ascent of Humanity" - de Charles Eisenstein. El autor trabaja con el concepto de la economía del regalo, por lo cual su libro puede encontrarse libremente en la web, por ejemplo aquí. Puede hacer una contribución voluntaria al autor aquí. O puede comprarlo en papel.


"El futuro no es Marx, es Gessell" - Keynes


"La prosperidad es relacionarse, no adquirir."

-- Tom Brown, Jr.



El "defecto estructural irremediable" de nuestra civilización, que ha generado un sutil temor omnipresente y mitos catastrofistas durante miles de años, se manifiesta en todas las instituciones humanas, desde la ciencia a la religión, pasando por la ciencia y la tecnología, y los negocios.


Ninguna es independiente de las demás; ninguna puede cambiar aisladamente; sin embargo, cuando una cambia, todas cambiarán. Empecemos por donde la falla estructural es más clara y sus efectos más explícitos: la institución del dinero.


En el capítulo 4 se describe cómo nuestro actual sistema de dinero con interés genera la necesidad de un crecimiento sin fin, cómo encarna el pensamiento lineal, cómo desafía los patrones cíclicos de la naturaleza y cómo impulsa la conversión implacable de todas las formas de riqueza en dinero. Además, el interés es la fuente de una competencia cada vez más intensa, la escasez sistémica y la concentración de riqueza de nuestra economía. Sin embargo, más que un artefacto accidental de la historia, el interés está ligado a nuestra autoconcepción como sujetos separados y competidores que buscan reunir más y más del mundo dentro de los límites de lo "mío". Por tanto, el cambio en nuestra ontología fundamental, expresado en parte por las nuevas ciencias también generará, en última instancia, un nuevo sistema monetario coherente con una concepción diferente del yo y del mundo.


El sistema monetario de una sociedad es inseparable de otros aspectos de su relación con el mundo y de las relaciones entre sus miembros.


El dinero, tal y como lo conocemos hoy, refleja e impulsa la objetivación del mundo, el paradigma de la competencia y la despersonalización y atomización de la sociedad. Por lo tanto, deberíamos esperar que cualquier cambio auténtico en estas condiciones implique necesariamente también un cambio en nuestro sistema monetario.


De hecho, existen sistemas monetarios que fomentan el intercambio, no la competencia, la conservación, no el consumo, y la comunidad, no el anonimato. Hace al menos cien años que existen versiones piloto de estos sistemas, pero como son contrarios a los patrones más amplios de nuestra cultura, han sido marginados o incluso suprimidos activamente. Mientras tanto, propuestas creativas de nuevos modos de industria, como La Ecología del Comercio de Paul Hawken, y muchas tecnologías de diseño verde, son antieconómicos con el sistema monetario actual. Los sistemas monetarios alternativos que describo a continuación inducirán de forma natural las economías descritas por visionarios como Hawken, E.F. Schumacher, Herman Daly y muchos otros. Darán vuelta a la progresiva nacionalización y globalización de todos los sectores económicos, revitalizarán las comunidades y contribuirán a la eliminación de las "externalidades" que ponen el crecimiento económico en contradicción con la felicidad humana y la salud planetaria.


Dado el papel determinante del interés, el primer sistema monetario alternativo a considerar es uno que lo elimine estructuralmente. Como demuestra la historia de la Iglesia Católica, las leyes y advertencias contra el interés son ineficaces si su necesidad estructural sigue presente en la naturaleza de la moneda. Se necesita una solución estructural, como el sistema propuesto en 1906 por Silvio Gesell en El orden económico natural. El "dinero libre" de Gesell (como él lo llamaba) conlleva una forma de interés negativo llamado "demurrage" (que traducimos acá como oxidación). Periódicamente, hay que estamparle al dinero un sello que cuesta una pequeña fracción de la denominación de la moneda, un tipo de tarifa de uso o mantenimiento". La moneda "se estropea", es decir, pierde valor, a medida que envejece.


Si esto le parece una propuesta descabellada que nunca podría funcionar, le sorprenderá saber que nada menos que John Maynard Keynes alabó la solidez teórica de las ideas de Gesell. Es más, el sistema se ha probado con gran éxito. Aunque el demurrage (u oxidación de la moneda) ya se aplicaba en el Antiguo Egipto en forma de coste de almacenamiento para la moneda respaldada por mercancías, el ejemplo más conocido fue instituido en 1932 en la ciudad de Worgl (Austria) por su famoso alcalde, Uttenguggenberger. Para mantener su validez, cada pieza de esta moneda emitida localmente requería un sello mensual que costaba el 1% de su valor nominal. En lugar de generar intereses y crecer, la acumulación de riqueza se convirtió en una carga, del mismo modo que las posesiones lo son para el cazador nómada. Así pues, la gente gastaba rápidamente sus ingresos, generando una intensa actividad económica en la ciudad. La tasa de desempleo cayó en picada incluso cuando el resto del país se sumía en una depresión cada vez más profunda; se terminaron las obras públicas y la prosperidad continuó hasta que la moneda Worgl fue ilegalizada en 1933 a instancias de un banco central amenazado.


La oxidación produce una serie de profundos efectos económicos, sociales y psicológicos. Conceptualmente, la oxidación funciona liberando los bienes materiales, que están sujetos a procesos cíclicos naturales de renovación y decadencia, de su vinculación con un dinero que sólo crece, exponencialmente, con el paso del tiempo. Esta dinámica es la que nos está llevando a la ruina y al completo agotamiento de toda riqueza social, cultural, natural y espiritual. La oxidación somete al dinero a las mismas leyes que las mercancías naturales, cuyo valor continuo requiere mantenimiento. Gesell escribe:


"El oro no armoniza con el carácter de nuestras mercancías. El oro y la paja, el oro y la gasolina, el oro y el guano, el oro y los ladrillos, el oro y el hierro, ¡el oro y las pieles! Sólo una fantasía salvaje, una alucinación monstruosa, sólo la doctrina del "valor" puede salvar el abismo. Las mercancías en general, la paja, el petróleo, el guano y todo lo demás sólo pueden intercambiarse con seguridad cuando a cada uno le es indiferente en cuanto a si posee dinero o mercancías, y eso es sólo es posible si el dinero está afectado por todos los defectos inherentes a nuestros productos. Esto es evidente. Nuestras mercancías se pudren, se deterioran, se rompen, se oxidan, así que sólo si el dinero tiene propiedades igualmente desagradables, que implican pérdidas, puede efectuar el intercambio de forma rápida, segura y barata. Porque tal dinero nunca puede, bajo ninguna circunstancia ser preferido por nadie a las mercancías."


Sólo el dinero que caduca como un periódico, se pudre como las patatas, se oxida como el hierro, se evapora como el éter, es capaz de superar la prueba como instrumento para el intercambio de patatas, periódicos, hierro y éter. Ni el comprador ni el vendedor prefieren el dinero a las mercancías. Entonces, nos desprendemos de nuestras mercancías a cambio de dinero sólo porque necesitamos el dinero como medio de cambio, no porque esperemos una ventaja de la posesión del dinero.


En otras palabras, el dinero como medio de cambio se disocia del dinero como depósito de valor. El dinero ya no es una excepción a la tendencia universal de la naturaleza a la oxidación, el moho, la putrefacción y la descomposición, es decir, al reciclaje de los recursos. El dinero ya no perpetúa un reino humano separado de la naturaleza.


Silvio Gessell

La frase de Gesell, "... una alucinación monstruosa, la doctrina del 'valor'..." insinúa un efecto aún más sutil y potente de la oxidación.


¿A qué se refiere? El valor es la doctrina que asigna a cada objeto del mundo un número. Asocia una abstracción, inmutable e independiente, a lo que siempre cambia y que existe en relación con todo lo demás. La oxidación invierte este pensamiento y elimina así una importante frontera entre el reino humano y el reino natural. Cuando el dinero deje de ser preferible a los bienes, perderemos el hábito de pensar en términos de cuánto "vale" algo.


Mientras que el interés fomenta el descuento de flujos de caja futuros, la oxidación fomenta el pensamiento a largo plazo. En la contabilidad actual, una bosque sustentable generando 1 millon de dólares al año es más valioso si se tala para obtener un beneficio inmediato 66de 50 millones de dólares. (De hecho, el valor actual neto del bosque sostenible calculado a un tipo de descuento del 5% es de sólo 20 millones de dólares). Este descuento del futuro da lugar al infame comportamiento miope de las empresas que sacrifican (incluso su propio) bienestar a largo plazo por los resultados a corto plazo del trimestre fiscal. Este comportamiento es perfectamente racional en una economía basada en el interés, pero en un sistema de oxidación, el puro interés propio dictaría que se preservara el bosque. La codicia ya no motivaría el robo del futuro en beneficio del presente. Como el descuento exponencial de los flujos de caja futuros obliga a "cobrarse" toda la Tierra, como se ilustra en el Capítulo Cuatro, esta característica de la oxidación es muy atractiva.


Mientras que el interés tiende a concentrar la riqueza, la oxidación promueve su distribución. En cualquier economía con una especialización del trabajo más allá del nivel familiar, los seres humanos necesitan realizar intercambios para vivir. Tanto el interés como la oxidación representan una tasa por el uso del dinero, pero la diferencia clave es que en el primer sistema, el cobro de la tasa de interés les corresponde a los que ya tienen dinero, mientras que en el segundo sistema es al revés, se cobra a los que tienen dinero. La riqueza tiene un alto coste de mantenimiento, recreando así la dinámica que subyace a las actitudes de los cazadores-recolectores hacia hacia la acumulación de posesiones.


En un sistema basado en los intereses, la seguridad proviene de la acumulación de dinero. En un sistema basado en la oxidación, proviene de tener canales productivos a través de los cuales dirigirlo. Proviene de ser un nexo del flujo de riqueza y no un punto para su acumulación. En otras palabras, se centra en las relaciones, no en el "tener". El sistema de oxidación está de acuerdo con un sentido diferente del yo, afirmado no por definir más y más el mundo dentro de los confines del yo y lo mío, sino por desarrollar y profundizar las relaciones con los demás. En otras palabras, fomenta la reciprocidad, el compartir y la rápida circulación de la riqueza. Un sistema económico de oxidación podría evolucionar hasta convertirse en algo parecido al del antiguo noroeste del Pacífico o Melanesia, en el que un líder "actúa como una estación de maniobra para los bienes que fluyen recíprocamente entre los suyos y otros grupos similares de la sociedad". Estas sociedades de "grandes hombres" no eran totalmente igualitarias y tenían cierto grado de centralidad, como quizás sea necesario en cualquier economía con algo más que una división muy básica del trabajo. Sin embargo, el liderazgo no estaba asociado a la acumulación de dinero o posesiones, sino a una enorme responsabilidad de generosidad. ¿Se imaginan una sociedad en la que el mayor prestigio, poder y liderazgo recayera en aquellos con mayor inclinación y capacidad de generosidad?


Considere el concepto !Kung de riqueza, explorado en este intercambio entre el antropólogo Richard Lee y un hombre !Kung, llamado !Xoma:


Le pregunté a !Xoma: "¿Qué convierte a un hombre en //kaiha [hombre rico] si tiene muchas bolsas de //kai [abalorios y otros objetos de valor] en su choza?".

"Tener //kai no te convierte en //kaiha", respondió !Xoma. "Es cuando alguien hace viajar muchos bienes cuando podemos llamarle //kaiha".


Lo que !Xoma parecía estar diciendo era que no era el número de tus bienes lo que constituía tu riqueza, sino el número de tus amigos. La persona rica se medía por la frecuencia de sus transacciones y no por el inventario de bienes que tenía a mano. En el actual sistema monetario basado en el interés, la seguridad proviene del tener -de la acumulación- y su consumación es la "independencia financiera". Sin embargo, la riqueza original del cazador-recolector surgió de una seguridad asociada no a la independencia, sino a la interdependencia.


Recuerden al hombre de la tribu Piraha: "Almaceno carne en el vientre de mi hermano". Un leñador o leñadora solitario puede sobrevivir en la naturaleza, pero su existencia es mucho más precaria que la de un grupo cooperativo. Del mismo modo, en un sistema monetario basado en la oxidación, es el reparto y no la acumulación personal lo que constituye la base de la seguridad. La oxidación recrea la aversión de los cazadores-recolectores al almacenamiento de alimentos u otras acumulaciones materiales, quizá induciendo la misma mentalidad de confianza en un universo providencial que existía en aquellos tiempos. La Era de la Reunión es un retorno a una psicología original de la abundancia, pero en un orden superior de complejidad. No se trata de un retorno tecnológico a la Edad de Piedra, como algunos primitivistas prevén tras el colapso, sino de un retorno espiritual.


Silvio Gesell, el creador de la idea del demurrage u oxidación, previó que ésta provocaría un profundo cambio en las actitudes hacia el dinero:


"Con la introducción del dinero libre, el dinero se ha reducido a la categoría de paraguas; los amigos y conocidos se ayudan mutuamente con préstamos de dinero. Nadie guarda, o puede guardar, reservas de dinero, ya que el dinero está obligado a circular. Pero dado que nadie pueda constituir reservas de dinero, no se necesitan reservas. La circulación del dinero es regular e ininterrumpida."


El dinero ya no sería un bien escaso, que se acapara y se mantiene alejado de los demás, sino que tendería a circular a la máxima "velocidad" posible. El gobierno garantizaría precios estables según la "ecuación de cambio" (MV=PQ - donde M es la cantidad de dinero, V la velocidad de circulación, P el nivel de precios y Q el nivel de producción) regulando la cantidad de moneda en circulación (M) para que corresponda a la producción económica real total (Q). (El mismo resultado podría lograrse vinculando la moneda a una cesta de productos básicos cuyo nivel corresponda a la actividad económica global, como propuesto por Bernard Lietaer). Como concluye Gesell:


"De ello se deduce que la demanda ya no depende del capricho de los poseedores de dinero; que la formación de los precios a través de la demanda y la oferta ya no se ve afectada por el deseo de obtener un beneficio; que la demanda es ahora independiente de las perspectivas comerciales y de las expectativas de subida o bajada de los precios; independiente también, de los acontecimientos políticos, de las estimaciones de las cosechas; de la capacidad de los gobernantes o del miedo a las perturbaciones económicas."


El dinero libre eliminaría una fuente importante de la ansiedad económica endémica de nuestra sociedad. ¿Se imagina un mundo en el que el dinero no fuera escaso? ¿Cómo sería tu vida si no tuvieras que acumular dinero por seguridad? En un mundo donde la supervivencia depende del dinero y donde el dinero escasea, la supervivencia también es difícil, y la seguridad sólo se gana superando a los demás.


En un sistema monetario basado en la oxidación, aunque la cantidad total de moneda estaría determinada por el emisor, su dinámica garantizaría la suficiencia para todos. Desaparecería la contradicción de la economía actual, que combina la sobreabundancia de bienes materiales con su distribución extremadamente desigual, de modo que algunos siempre tienen carencias, así como el ciclo de retroalimentación que conduce a la recesión económica y la depresión. También se abordaría una paradoja fundamental del mundo moderno: Por un lado, hay cientos de millones de personas desempleadas o realizan trabajos triviales y sin sentido. Por otro lado, hay mucho trabajo necesario y significativo sin hacer. Se trata de una profunda desconexión entre la creatividad humana y las necesidades humanas.


"Con el dinero libre la demanda es inseparable del dinero, ya no es una manifestación de la voluntad de los poseedores de dinero. El dinero libre no es el instrumento de la demanda, sino la demanda misma, la demanda materializada y que se encuentra, en pie de igualdad, con la oferta, que siempre fue, y sigue siendo, algo material."


La codicia que nos lleva a ignorar el trabajo bueno y necesario en favor del estrecho interés propio no es un pilar fundamental de la naturaleza humana, sino un artefacto de nuestro sistema monetario y de nuestra concepción errónea del yo y del mundo que lo sustenta. La escasez incorporada a nuestro sistema nos ha condicionado a creer que "no podemos permitirnos" actuar desde el amor, hacer un trabajo satisfactorio, crear belleza. El Dinero Libre de Gesell representa una liberación de estas de estas limitaciones y de las falsas ilusiones que subyacen en ellas. Establece un incentivo estructural para la generosidad y libera la creatividad para buscar la necesidad.


En este sentido, el Dinero Libre representa un retorno a las sociedades de antaño basadas en el regalo. Obsérvese su asombrosa congruencia con la descripción de Lewis Hyde de la dinámica del flujo de dones o regalos. El regalo se mueve hacia el lugar vacío. Al girar en su círculo se vuelve hacia el que lleva más tiempo con las manos vacías, y si alguien necesidad es mayor, abandona su antiguo cauce y se dirige hacia él. Nuestra generosidad puede dejarnos vacíos, pero nuestro nuestro vacío tira suavemente del todo hasta que la cosa en movimiento vuelve a reabastecernos. La naturaleza social aborrece el vacío.


El dinero libre invierte la compulsión a expandir y fortificar constantemente la acumulación de lo privado; es decir, a expandir y fortificar el reino separado del yo, mí y mío. Del mismo modo que el interés reduce el círculo del yo hasta que nos quedamos con el ego alienado de la civilización moderna, la oxidación, el negativo del interés, lo amplía para reunirnos con la comunidad y toda la humanidad, acabando con la escasez artificial y la competencia de la Era de la Usura.


Vivimos, después de todo, en un mundo de abundancia, y siempre lo hemos hecho. El actual sistema monetario y, bajo él, el encierro de lo salvaje es lo que ha creado una escasez artificial que no tiene por qué existir.


La mitad del mundo pasa hambre, mientras que la otra mitad derrocha lo suficiente para alimentar a la primera mitad. No es la comida ni ninguna otra necesidad lo que escasea; es el dinero, cuya escasez incorporada induce lo mismo en todo lo demás.


Una moneda de interés negativo es un paso hacia las economías del regalo de antaño descritas en el Capítulo Cuatro, que literalmente crean lazos (obligaciones). Describiendo la teoría del regalo de Lewis Hyde, la autora Jessica Prentice escribe: "Parte de la energía sagrada/erótica de los regalos es que el receptor no puede acumularlos: o bien un regalo tiene que ser transmitido, o bien otro regalo tiene que ser dado para que la energía del dar/regalar se mantenga circulando". Esta es una descripción perfecta del dinero gratis, que, como un regalo que acumula polvo en el armario, pierde su valor cuando no se utiliza. En un sistema de Dinero Libre, las transacciones monetarias se asemejan al intercambio de regalos, porque el dinero no es diferente de de cualquier otro objeto.

Mas sobre una nueva economía:

La economía regenerativa: elijamos la vida como base del diseño de nuestro sistema económico - aquí



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