Postcapitalismo por diseƱo, no por desastre
- Homo consciens
- 22 feb 2021
- 19 Min. de lectura

Fuente: Simplicity Collective - 2018
Conferencia de Samuel Alexander en el INSTITUTO DE LA SOCIEDAD SOSTENIBLE DE MELBOURNE - UNIVERSIDAD DE MELBOURNE
(Discurso principal en la Conferencia de la Red de Nueva EconomĆa de Australia)
Todo se estĆ” yendo al infierno, pero que las cosas aĆŗn podrĆan salir bien
DiseƱar el descenso
Me han pedido que hable hoy sobre el tema de la economĆa polĆtica poscapitalista. Es un tema bastante intimidante, estarĆ”n de acuerdo, especialmente porque trascender el capitalismo estĆ” resultando bastante difĆcil. El capitalismo no se va a acostar como un cordero ante la cortĆ©s petición de los ecologistas de izquierdas, lo que significa que tenemos que pensar muy cuidadosamente en la cuestión de la estrategia; la cuestión de dónde y cómo invertir nuestro tiempo, energĆa y recursos, si realmente buscamos lo que esta conferencia llama una "nueva economĆa".
El intento de salvar el capitalismo mediante el "crecimiento verde" se reconoce cada vez mĆ”s como poco mĆ”s que una ideologĆa neoliberal, cuya función es afianzar el statu quo mientras se finge un cambio. Sin embargo, las esperanzas de un inminente levantamiento proletario que abata el capitalismo y erija una utopĆa ecosocialista gobernada por un Estado centralizado ilustrado parecen igualmente equivocadas. Esto ha llevado al teórico crĆtico Frederic Jameson a declarar que ahora es mĆ”s fĆ”cil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo, aunque quizĆ”s eso diga mĆ”s sobre la esterilidad de la imaginación polĆtica contemporĆ”nea que sobre nuestro futuro. En el tiempo de que dispongo, voy a compartir algunas reflexiones sobre lo que podrĆa venir despuĆ©s del capitalismo y cómo podrĆamos gestionar y conducir esta transición por diseƱo y no por desastre.
Digo por diseƱo y no por desastre, insinuando un cierto optimismo, sin embargo, quedarĆ” claro que hay, de hecho, un pesimismo subyacente que da forma a mi perspectiva, un pesimismo que algunos de ustedes podrĆan compartir. O tal vez, en lugar de pesimismo, un tĆ©rmino mĆ”s adecuado para describir mi orientación podrĆa ser "apocaloptimismo", que puede definirse como la opinión de que todo se estĆ” yendo al infierno, pero que las cosas aĆŗn podrĆan salir bien. Aunque en realidad no soy ni apocalĆptico ni optimista, este tĆ©rmino evoca algo de la esperanza fundamentada pero cautelosa que informarĆ” mi charla de hoy.
Voy a argumentar que la profundización de la crisis en el sistema actual es probablemente inevitable ahora, por una serie de razones - nuestro tiempo para una transición suave puede haber pasado - aunque ciertamente no voy a utilizar esto para justificar la inacción o la desesperación, sino todo lo contrario. De hecho, la inestabilidad creada por la crisis sistémica puede ser uno de los prerrequisitos para un cambio social profundo -por muy inquietante que sea admitirlo- y nuestro reto serÔ convertir las crisis cada vez mÔs profundas, a medida que vayan surgiendo, en oportunidades para crear algo distinto al capitalismo; una sociedad post-capitalista que se ajuste mejor a nuestros ideales compartidos de justicia social, viabilidad ecológica y florecimiento humano.
Si el capitalismo estĆ” llegando a su fin en los próximos aƱos o dĆ©cadas al chocar con diversos lĆmites ecológicos y financieros, podemos preguntarnos: Āæcómo podemos diseƱar proactivamente el fin del capitalismo en lugar de esperar su colapso? O incluso, si es necesario, Āæcómo podemos diseƱar el colapso del capitalismo de forma que saquemos lo mejor de una mala situación? Estas son las preguntas de un apocalĆptico.
Durante los Ćŗltimos diez aƱos he defendido un proceso de "decrecimiento" de contracción económica planificada, sobre el que tendrĆ© mĆ”s que decir en breve, y hoy voy a utilizar este paradigma económico alternativo para enmarcar y analizar la economĆa polĆtica del poscapitalismo. No espero que a nadie le guste la terminologĆa del decrecimiento -sĆ© muy bien que es un tĆ©rmino feo- y puede que nunca sea la bandera bajo la que marche un movimiento social o polĆtico. Pero como eslogan para la justicia y la sostenibilidad, creo que el decrecimiento capta una idea esencial, en la medida en que evoca directamente, con mĆ”s claridad que cualquier otro tĆ©rmino, la necesidad de una contracción planificada de las demandas de energĆa y recursos de las economĆas sobredimensionadas, incluida la australiana, y esa es una agenda que el discurso medioambiental y social dominante se niega a reconocer.
En los próximos veinticinco minutos, mĆ”s o menos, voy a ofrecer algunas reflexiones sobre por quĆ© creo que el paradigma del decrecimiento significa la economĆa polĆtica mĆ”s coherente para una sociedad poscapitalista y cómo podrĆa desarrollarse esa transición. Al hacerlo, destacarĆ© el papel que los movimientos sociales de base y los experimentos económicos alternativos pueden tener que desempeƱar para prefigurar las economĆas del decrecimiento y crear las condiciones culturales para que surja una polĆtica y una macroeconomĆa del decrecimiento.
Requisitos previos para una transición hacia el decrecimiento
Hace un par de meses, un economista polĆtico danĆ©s llamado Hubert Buch-Hansen publicó un artĆculo en el que esbozaba un marco conceptual Ćŗtil para pensar en cómo se producen los cambios de paradigma en la economĆa polĆtica. Sostuvo que hay cuatro requisitos principales:
- En primer lugar, debe haber una crisis o una serie de crisis que no puedan resolverse dentro del modo de economĆa polĆtica existente;
- En segundo lugar, debe haber un proyecto polĆtico alternativo coherente;
- En tercer lugar, debe haber una coalición global de fuerzas sociales que intenten producir el paradigma alternativo mediante la lucha polĆtica y el activismo social;
- Y por Ćŗltimo, debe haber un amplio consentimiento cultural, incluso pasivo, para el nuevo paradigma.
Hoy voy a adoptar este marco, aƱadir mi propia carne analĆtica a sus huesos teóricos, y utilizarlo para discutir la cuestión de la transición del decrecimiento a una sociedad post-capitalista. Espero que esto proporcione un anĆ”lisis amplio y Ćŗtil para iniciar la conversación de hoy, aunque estoy seguro de que plantearĆ© mĆ”s preguntas de las que respondo.
El capitalismo no estĆ” en crisis - El capitalismo es la crisis
El primer prerrequisito, entonces, para un cambio de paradigma en el modo de economĆa polĆtica existente es la crisis - pero no cualquier crisis. Debe ser una crisis o una serie de crisis en el sistema que el propio sistema no pueda resolver. Creo que este requisito se cumple.
La economĆa del crecimiento ha sido llamada la ideologĆa de la cĆ©lula cancerosa, y esta provocadora metĆ”fora resume perfectamente la anomalĆa fatal del capitalismo, a saber, que por un lado debe seguir creciendo para ser estable y, por otro lado, por diversas razones ecológicas y financieras, simplemente no puede seguir creciendo. Al igual que muchos otros, no creo que el capitalismo pueda resolver esta contradicción fundamental, que estĆ” creando las condiciones para que un nuevo paradigma post-capitalista lo sustituya, y creo que el decrecimiento y los modelos de economĆa de "estado estacionario" son nuestra mejor alternativa macroeconómica.
La forma mĆ”s clara de entender la crisis multidimensional del capitalismo es comprender el llamado predicamento de los "lĆmites del crecimiento", que repasarĆ© ahora, muy brevemente, y que tambiĆ©n me ayudarĆ” a enmarcar y definir la alternativa post-capitalista del decrecimiento.
Los lĆmites del crecimiento: Un replanteamiento
SegĆŗn toda una serie de indicadores, la economĆa mundial estĆ” superando la capacidad de carga sostenible del planeta. El cambio climĆ”tico es quizĆ” la transgresión ecológica mĆ”s destacada, pero tambiĆ©n hay pĆ©rdida de biodiversidad, agotamiento de recursos, contaminación, deforestación y una larga lista de otros impactos profundamente insostenibles, que todos ustedes conocen bien. En las inquietantes palabras de James Lovelock, "el rostro de Gaia estĆ” desapareciendo".
Es importante entender el alcance del rebasamiento ecológico, porque responder adecuadamente al predicamento global depende de una clara comprensión de nuestra situación. El anĆ”lisis de la huella ecológica indica que la humanidad necesitarĆa 1,7 planetas si la economĆa mundial actual pudiera mantenerse a largo plazo. Si el modo de vida de Estados Unidos o Australia se globalizara a la población mundial, la humanidad necesitarĆa una biocapacidad equivalente a cuatro o cinco planetas, lo que implica la necesidad de reducir nuestros impactos en el "primer mundo" en un 75-80%. Esta es una mĆ©trica imperfecta para la contabilidad ecológica, pero la mayorĆa de los crĆticos consideran que la mĆ©trica subestima nuestros impactos planetarios.

A pesar de que la economĆa mundial se encuentra en este estado de sobregiro ecológico, tambiĆ©n se sabe que miles de millones de personas en el planeta estĆ”n, segĆŗn cualquier criterio humano, por debajo del consumo. Si estas personas quieren elevar su nivel de vida hasta un nivel digno de suficiencia material, como tienen todo el derecho a hacer, es probable que esto suponga una carga adicional para unos ecosistemas ya sobrecargados.
Todo esto cuestiona radicalmente la legitimidad de la continua expansión económica y el aumento del nivel de vida material en naciones ricas como Australia. Y, sin embargo, a pesar de que la humanidad ya estĆ” planteando exigencias manifiestamente insostenibles a una biosfera finita, todas las naciones del planeta -incluidas o especialmente las mĆ”s ricas- tratan de hacer crecer sus economĆas sin lĆmite aparente. Se supone que una economĆa mĆ”s grande es siempre mejor; que el crecimiento continuo es necesario para el progreso.
No hace falta ser un pensador sofisticado para ver que esto es una receta para el desastre ecológico, aunque alarmantemente este punto parece haberse perdido en casi todos los polĆticos y la mayorĆa de los economistas.
El capitalismo no puede resolver sus contradicciones ecológicas
En teorĆa, hay dos formas generales de responder al problema de los lĆmites del crecimiento dentro del capitalismo. La primera es tratar de crear una forma de capitalismo que deje de crecer deliberadamente y se contraiga voluntariamente para operar dentro de lĆmites sostenibles. El problema es que hay varios imperativos de crecimiento integrados en la estructura del capitalismo, lo que hace que la noción de "capitalismo de decrecimiento" sea una contradicción en los tĆ©rminos, que debe distinguirse, por supuesto, del capitalismo en recesión, que es una contracción económica no planificada.
Por lo tanto, la Ćŗnica forma de resolver el problema de los lĆmites del crecimiento dentro del capitalismo es desvincular radicalmente la actividad económica del impacto medioambiental a travĆ©s de lo que se denomina "crecimiento verde". La esperanza es que la innovación tecnológica, los mecanismos de mercado y la mejora de la eficiencia reduzcan la demanda de energĆa y de recursos mientras las economĆas siguen creciendo. En teorĆa es bonito, quizĆ”s, pero lo que ocurre es que las reducciones absolutas de las demandas de energĆa y recursos necesarias para la sostenibilidad no se estĆ”n produciendo, y a medida que la economĆa mundial busca el crecimiento continuo, la disociación absoluta es cada vez mĆ”s difĆcil de conseguir. La eficiencia sin la suficiencia estĆ” perdida.
Esto nos lleva al defecto mĆ”s atroz de la economĆa del crecimiento, que es la aparente incomprensión de la función exponencial y sus implicaciones ecológicas. El economista del postcrecimiento Tim Jackson ha demostrado que si las naciones de la OCDE crecieran sus economĆas en un modesto 2% durante las próximas dĆ©cadas y en 2050 una población mundial de nueve mil millones de personas hubiera alcanzado una renta per cĆ”pita similar, la economĆa mundial serĆa 15 veces mayor que la actual. Es obvio que los lĆmites ecológicos no permitirĆ”n que se produzca ese escenario: incluso una economĆa dos veces mayor que la actual causarĆa seguramente estragos ecológicos. El punto crĆtico es que el grado de "desacoplamiento" necesario para que el crecimiento continuo sea "sostenible" es simplemente demasiado grande.
AsĆ que el capitalismo quiere o necesita lo que no puede tener: es decir, un crecimiento ilimitado en un planeta finito. Este predicamento ecológico es la contradicción que define al capitalismo del siglo XXI, en la medida en que el crecimiento estĆ” causando ahora los problemas que el crecimiento debĆa resolver. Esto sugiere que el primer prerrequisito de un cambio de paradigma en la economĆa polĆtica se cumple: el capitalismo se enfrenta a una crisis multidimensional que el capitalismo no puede resolver, y por lo tanto, tarde o temprano, llegarĆ” a su fin. La cuestión de nuestro tiempo, como he dicho en mis comentarios introductorios, es cómo hacer la transición mĆ”s allĆ” del capitalismo por diseƱo y no por desastre.
La crisis del sobregiro ecológico tambiĆ©n permite entender cómo debe ser cualquier alternativa. En tĆ©rminos generales, las implicaciones son claras pero radicales: para que la economĆa mundial funcione dentro de la capacidad de carga sostenible del planeta, se requiere (entre otras cosas) que las naciones mĆ”s ricas inicien un proceso de decrecimiento de contracción económica planificada, en el camino hacia una economĆa de "estado estacionario" de rendimiento biofĆsico estable y sostenible. Evidentemente, las naciones mĆ”s pobres tambiĆ©n tendrĆan que alcanzar algĆŗn "estado estacionario" con el tiempo, pero primero sus capacidades económicas deben desarrollarse de alguna forma adecuada para garantizar la satisfacción de las necesidades bĆ”sicas de todos. Pero mi atención se centra hoy en las naciones capitalistas ricas, incluida Australia.
Un proyecto polĆtico alternativo
El segundo requisito para un cambio de paradigma en la economĆa polĆtica -para una transición hacia el decrecimiento, en particular- es la existencia de un proyecto polĆtico alternativo. En lugar de intentar defender este proyecto polĆtico alternativo, me limitarĆ© a exponerlo, o una versión del mismo, para mostrar que un proyecto polĆtico alternativo post-capitalista estĆ” empezando a tomar forma.
La siguiente agenda polĆtica es, en mi opinión, coherente y atractiva, pero pronto quedarĆ” claro para todos lo desconectada que estĆ” del realismo polĆtico en la Australia actual. Por supuesto, yo dirĆa que esto es una acusación a la polĆtica dominante, no a la teorĆa del decrecimiento. Sin embargo, la falta de atractivo polĆtico y social de una agenda de sostenibilidad profundamente verde es un punto al que volverĆ©, porque tiene implicaciones en la cuestión de la estrategia. Pero como ejercicio de imaginación polĆtica, estas son las polĆticas que yo promoverĆa si fuera un dictador benĆ©volo de Australia:
- Alternativas al PIB: En primer lugar, cualquier transición polĆtica mĆ”s allĆ” del capitalismo requiere superar el fetiche del PIB y establecer formas mejores y mĆ”s matizadas de medir el progreso de la sociedad, como el Indicador de Progreso Genuino. Las medidas de progreso posteriores al crecimiento como Ć©sta abren un espacio para que los partidos polĆticos apliquen cambios polĆticos e institucionales -incluidos los que estoy a punto de revisar- que mejorarĆan realmente el bienestar social y mejorarĆan las condiciones ecológicas, incluso si Ć©stos no aumentaran y quizĆ”s incluso disminuyeran el PIB.
- Topes de recursos decrecientes:: Si las economĆas ricas y sobredimensionadas se toman en serio la idea de avanzar hacia una ocupación humana justa y sostenible de la Tierra, entonces, en primer lugar, debemos reconocer que estamos consumiendo en exceso nuestra parte justa de los recursos mundiales y, en segundo lugar, debemos instituir topes de recursos decrecientes que pongan lĆmites estrictos a los flujos de recursos nacionales. Afortunadamente, esto incentivarĆa el uso eficiente de los recursos y desincentivarĆa el despilfarro, y llevarĆa a un decrecimiento de los impactos ecológicos.
- Reducción de la jornada laboral (en la economĆa formal): Una implicación obvia de la disminución de los lĆmites de los recursos es que en una economĆa de decrecimiento se producirĆa y consumirĆa mucho menos recursos. Esto conducirĆa, casi con toda seguridad, a una reducción del PIB. Para evitar el desempleo que suele derivarse del descenso del PIB, una economĆa de decrecimiento reducirĆa el trabajo en la economĆa formal y repartirĆa el trabajo disponible entre la población activa. (VolverĆ© sobre la cuestión de las economĆas informales o domĆ©sticas en la próxima sección).
- Repensar el gasto pĆŗblico: En la actualidad, como afirmación general, los gobiernos diseƱan sus polĆticas y gastan su dinero para promover el crecimiento económico. Bajo un paradigma de decrecimiento, se deduce que la forma en que los gobiernos gastan sus fondos tendrĆa que ser reconsiderada fundamentalmente. Por ejemplo, menos aeropuertos, carreteras y tanques; mĆ”s carriles bici y transporte pĆŗblico. Cómo gastamos nuestro dinero es una forma de votar por lo que existe en el mundo.
- Transición a las energĆas renovables: En previsión del previsible estancamiento y eventual declive de los suministros de combustibles fósiles, y reconociendo los graves peligros que presenta el cambio climĆ”tico, una economĆa de decrecimiento se desprenderĆa de los combustibles fósiles e invertirĆa en una transición energĆ©tica renovable con la urgencia de una movilización en "tiempos de guerra". Esto serĆ” mucho mĆ”s asequible y tĆ©cnicamente factible si la demanda de energĆa en toda la sociedad se reduce en gran medida, y esa es una caracterĆstica clave de una sociedad del decrecimiento. La transición energĆ©tica necesaria no puede limitarse a "ecologizar" el suministro de energĆa, sino que tambiĆ©n debe implicar una gran reducción de la demanda. Esto significa anticipar y gestionar lo que David Holmgren llama "el futuro del descenso energĆ©tico".
- Banca y finanzas: Nuestros sistemas bancarios y financieros tienen actualmente un imperativo de crecimiento integrado en sus estructuras. Cualquier sociedad del decrecimiento tendrĆa que crear sistemas que no requieran el crecimiento para la estabilidad. Probablemente se necesitarĆan condonaciones de la deuda, especialmente con respecto a las naciones mĆ”s pobres. La banca y las finanzas no son Ć”reas de mi especialidad, asĆ que seguirĆ© adelante antes de meterme en problemas. Pero la cuestión es que cualquier transición posterior al crecimiento va a requerir cambios profundos en las instituciones bancarias, monetarias y financieras mĆ”s fundamentales del capitalismo.
- PolĆticas de población: Este es siempre un territorio controvertido, especialmente en la era de Trump, pero la lógica es convincente. A medida que la población crece, se requieren mĆ”s recursos para satisfacer las necesidades bĆ”sicas. Como dijo una vez Paul Ehrlich: "sea cual sea el problema que te interese, no lo vas a resolver a menos que tambiĆ©n resuelvas el problema de la población". No voy a plantear polĆticas concretas, lo que quiero decir es que tenemos que debatir este tema abiertamente y con toda la sabidurĆa y compasión que podamos reunir. Esto debe formar parte de cualquier polĆtica coherente de sostenibilidad, reconociendo que vivimos en una "Tierra llena". (ver aquĆ sobre el tema población vs consumo)
- Justicia distributiva: Por Ćŗltimo, pero no por ello menos importante, la preocupación por el medio ambiente no puede aislarse de la preocupación por la justicia social, tanto a nivel nacional como mundial. El camino convencional para aliviar la pobreza pasa por la estrategia del crecimiento del PIB, partiendo de la base de que "la marea creciente levantarĆ” todos los barcos". Una economĆa de decrecimiento reconocerĆa que una marea creciente hundirĆa todos los barcos y, por lo tanto, la mitigación de la pobreza se lograrĆa de forma mucho mĆ”s directa. En lugar de hacer crecer el pastel económico, una polĆtica de decrecimiento lo repartirĆa de forma diferente mediante la redistribución de la riqueza y el poder. Las polĆticas mĆ”s destacadas en este Ć”mbito incluyen la noción de una Renta BĆ”sica Universal, mientras que otros abogan por una "garantĆa de empleo". Cualquiera de las dos polĆticas supondrĆa un gran avance en la eliminación directa de la pobreza, con una financiación apoyada por un salario mĆ”ximo, impuestos sobre la riqueza e impuestos sobre la tierra que buscaran reducir la desigualdad.
Estas plataformas polĆticas -que necesitan ser elaboradas y debatidas- son objetivos polĆticos, económicos y sociales coherentes si se reconoce que es necesaria una transición a la sociedad del decrecimiento. Aunque cada una de estas polĆticas podrĆa adoptar diversas formas, y existe, y deberĆa existir, un debate dentro del movimiento del decrecimiento y mĆ”s allĆ” sobre las diversas formas de estructurar una sociedad post-capitalista, mi punto actual es simplemente que estĆ” surgiendo un proyecto polĆtico-económico alternativo relativamente coherente y desarrollado para reemplazar el paradigma capitalista. Por lo tanto, el segundo requisito para un cambio de paradigma tambiĆ©n estĆ” presente, es decir, existen estructuras alternativas.
Sin embargo, como ya se ha dicho, soy el primero en admitir que esta plataforma polĆtica, por muy coherente que sea, es tan desagradable para la conciencia cultural dominante que serĆa esencialmente un suicidio polĆtico para cualquier partido polĆtico que intentara aplicarla. En otras palabras, lo que se puede decir que lo que es polĆticamente necesario es social y polĆticamente impensable, lo que es una de las razones, sin duda, de nuestro actual estado de desesperante parĆ”lisis polĆtica.
Debido a esta situación, en la que lo polĆticamente necesario es impensable, me gustarĆa argumentar que es poco probable que la plataforma polĆtica esbozada inicie una transición hacia el decrecimiento, sino que sólo serĆ” el resultado de los movimientos sociales -fuerzas sociales que surgen de la crisis o de una serie de crisis y que crean activamente la conciencia cultural que ve las polĆticas para el decrecimiento como necesarias y deseables.
Es a travĆ©s de la crisis como veo que las ciudadanĆas de las sociedades opulentas se despiertan de los efectos despolitizadores de la opulencia. El encuentro con las crisis puede desempeƱar, y podrĆa tener que hacerlo, un papel esencial de concienciación, si desencadena el deseo de aprender sobre los fundamentos estructurales de la propia situación de crisis.
Aunque no niego la necesidad y la conveniencia de profundos cambios estructurales en la naturaleza de nuestros sistemas económicos y polĆticos, lo que propongo es que un gobierno postcapitalista puede ser sólo el resultado, no la fuerza motriz, de una transición hacia una sociedad justa y sostenible, y que nuestra mejor esperanza para inducir una transición hacia el decrecimiento por diseƱo es construir una economĆa postcapitalista "desde abajo", dentro del caparazón del sistema actual que actualmente estĆ” en proceso de deterioro. Esperar a los gobiernos serĆa como esperar a Godot: una tragicomedia en dos actos, en la que no pasa nada, dos veces.
Apoyo de una amplia coalición de fuerzas sociales
Esto me lleva al tercer requisito para una transición hacia el decrecimiento, y es que debe contar con el apoyo de una amplia coalición de fuerzas sociales. Puedo ser especialmente breve en este punto, por importante que sea, porque esta conferencia en sĆ misma presenta una cartera diversa de tales fuerzas sociales. Me parece que muchas, si no la mayorĆa, de las sesiones del fin de semana son ejemplos inspiradores del postcapitalismo en la prĆ”ctica, en el sentido de que exploran modos de economĆa que trascienden la motivación del beneficio para el bien comĆŗn, o simplemente construyen nuevas formas de economĆa informal o domĆ©stica "mĆ”s allĆ” del mercado". Se puede ver fĆ”cilmente que estos aspectos prefiguran una economĆa de decrecimiento, incluso si no se utiliza esta terminologĆa.
Me limitarĆ© a mencionar cuatro caracterĆsticas clave del poscapitalismo que veo emerger desde la base, caracterĆsticas que considero deben aumentar para que surja una economĆa del decrecimiento:
- En primer lugar, las formas no monetarias de la economĆa colaborativa, en la que las comunidades se autoorganizan para compartir recursos con el fin de ahorrar dinero y evitar cantidades significativas de producción. De hecho, esta es una caracterĆstica clave de por quĆ© una economĆa de decrecimiento podrĆa seguir prosperando incluso cuando se contrae: producir mucho menos pero compartir mucho mĆ”s. Esto es parte de lo que significa la eficiencia en una economĆa de decrecimiento. Podemos crear riqueza comĆŗn compartiendo.
- En segundo lugar, es probable que una economĆa de decrecimiento requiera una transformación de la economĆa familiar, para que deje de ser un mero lugar de consumo y se convierta en un lugar de producción y autoabastecimiento. Sobre este tema, no hay mejor lugar para buscar que el trabajo del permacultor David Holmgren, que intervendrĆ” en varias ocasiones a lo largo de la conferencia y cuyas ideas son totalmente indispensables. No intentarĆ© anticipar lo que David harĆ” perfectamente en secciones posteriores, salvo para seƱalar dos razones por las que el resurgimiento de las economĆas domĆ©sticas es fundamental para un cambio de paradigma del decrecimiento: En primer lugar, al producir mĆ”s en el hogar, se necesita menos tiempo para trabajar en la economĆa formal, lo que deja mĆ”s tiempo fuera del mercado para el activismo social y el compromiso comunitario. Esta estrategia consiste en escapar del capitalismo para erosionarlo, es decir, construir la nueva economĆa dentro de la cĆ”scara de la antigua. En segundo lugar, si las crisis financieras se agravan en los próximos aƱos, la economĆa domĆ©stica puede ser un medio esencial para satisfacer las necesidades bĆ”sicas, por lo que la tarea es prepararse ahora para lo que puede resultar ser tiempos económicos mĆ”s difĆciles en el futuro. DeberĆamos aspirar a la sostenibilidad, pero quizĆ” tengamos que conformarnos con la resiliencia.
- Una tercera caracterĆstica clave de la economĆa del decrecimiento es la localización de la economĆa, que se mueve hacia una economĆa en la que las necesidades locales se satisfacen predominantemente con recursos locales, acortando la cadena entre la producción y el consumo. MaƱana por la maƱana habrĆ” una sesión sobre economĆas biorregionales, que parece que tambiĆ©n se basa en el brillante libro de Kate Raworth, "Doughnut Economics".
- Por Ćŗltimo, a falta de mĆ”s tiempo, me limitarĆ© a seƱalar que cualquier economĆa postcapitalista va a requerir nuevas formas de empresas, alejĆ”ndose de las corporaciones que maximizan los beneficios y que a menudo son propiedad de accionistas ausentes, hacia una economĆa en la que las cooperativas de trabajadores, las empresas comunitarias y los modelos sin Ć”nimo de lucro sean las formas dominantes de organización económica, pagando a la gente salarios dignos pero reinvirtiendo los excedentes en la comunidad. De nuevo, hay varias sesiones que tocan estos temas, temas que hablan del objetivo de crear sistemas económicos y sociales en los que mĆ”s riqueza y poder se mantengan en comĆŗn, en lugar de concentrarlos en manos privadas.
Me parece que estos modos alternativos de economĆa, y muchos mĆ”s, estĆ”n burbujeando por todas partes bajo la superficie, lo cual es una seƱal esperanzadora, pero tambiĆ©n hay que admitir que a menudo estos experimentos transgresores siguen siendo pequeƱos y marginados por los modos de economĆa dominantes. Por lo tanto, en lo que respecta al tercer requisito para una transición postcapitalista, podrĆamos llegar a la conclusión de que las fuerzas sociales se estĆ”n movilizando, pero aĆŗn no han sido capaces de aumentar su escala para perturbar positivamente el paradigma dominante. Es de suponer que uno de los propósitos de esta conferencia es contribuir a cambiar esta situación.
Consentimiento cultural: El imperativo de la suficiencia
El Ćŗltimo prerrequisito para una transición de decrecimiento postcapitalista es un amplio consentimiento cultural. El consentimiento pasivo puede ser suficiente aquĆ, sin que la mayorĆa de la gente busque activamente el decrecimiento.
Este es realmente un elemento crĆtico en cualquier transición planificada en economĆa polĆtica y que actualmente no existe en tĆ©rminos de decrecimiento. Parece que la mayorĆa de la gente, ciertamente en Australia, no cree que el decrecimiento (o lo que representa) sea necesario o, si lo cree, no le gusta lo que significa en tĆ©rminos de reducción y transformación de las prĆ”cticas de consumo y producción.
Creo que hay dos razones principales por las que la cultura no estĆ” preparada para adoptar el decrecimiento. La primera razón es un tecno-optimismo muy arraigado que conforma el pensamiento cultural sobre los problemas medioambientales. Este punto de vista supone que la tecnologĆa y los mecanismos de mercado podrĆ”n resolver las crisis del capitalismo sin cambiar el sistema y sin siquiera cambiar mucho el estilo de vida. En otras palabras, el zeitgeist de nuestro tiempo parece ser que la afluencia de consumidores es coherente con la justicia y la sostenibilidad, porque se supone que las mejoras en la eficiencia de los modos de producción podrĆ”n producir un "crecimiento verde" sin tener que repensar las prĆ”cticas de consumo.
Aunque este punto ciego del tecno-optimismo es un obstĆ”culo importante para el decrecimiento, tengo cierta confianza en que, a medida que el capitalismo siga chocando con los lĆmites ecológicos en los próximos aƱos y dĆ©cadas, los argumentos a favor del decrecimiento serĆ”n cada vez mĆ”s claros para un mayor nĆŗmero de personas, lo que podrĆa actuar como fuerza movilizadora.
Sin embargo, incluso si las crisis del capitalismo se profundizan y la mayorĆa de las personas llegan a desear una economĆa polĆtica post-capitalista, no se deduce que una economĆa de decrecimiento sea lo que exigirĆan (Buch-Hansen, 2018). Esto apunta a un grave obstĆ”culo cultural para una transición hacia el decrecimiento: el hecho de que la concepción dominante de la buena vida bajo el capitalismo se basa en la riqueza de los consumidores. Me parece que nunca habrĆ” una polĆtica poscapitalista hasta que haya una cultura posconsumista que estĆ© preparada para abrazar la suficiencia material como una forma de vida deseable. AquĆ radica la importancia de los movimientos de simplicidad voluntaria, de vida sencilla o de downshifting. Aunque necesitan radicalizarse, estos movimientos o subculturas estĆ”n empezando a crear las condiciones culturales necesarias para que surja una polĆtica y una economĆa del decrecimiento.
Todo depende de las ideas (y las prƔcticas) que haya en el ambiente
PermĆtanme concluir. Cuando las crisis del capitalismo se agraven -quizĆ”s en forma de una nueva crisis financiera o de una Segunda Gran Depresión- la tarea consistirĆ” en garantizar que esas condiciones desestabilizadas se utilicen para promover fines humanitarios y ecológicos progresistas, en lugar de ser explotadas para afianzar aĆŗn mĆ”s las polĆticas de austeridad del neoliberalismo. Reconozco, por supuesto, que esto Ćŗltimo sigue siendo una posibilidad real, al igual que el archicapitalista Milton Friedman, que lo expresó en estos tĆ©rminos:
Sólo una crisis -real o percibida- produce un cambio real. Cuando se produce esa crisis, las acciones que se toman dependen de las ideas que se tienen. Esa, creo, es nuestra función bĆ”sica: desarrollar alternativas a las polĆticas existentes, mantenerlas vivas y disponibles hasta que lo polĆticamente imposible se convierta en lo polĆticamente inevitable.
No suelo estar completamente de acuerdo con Milton Friedman, pero en este punto lo estoy. Nuestra función bĆ”sica -y me refiero a nosotros, la gente, reunida en esta sala- nuestra función bĆ”sica es mantener viva la esperanza de una forma de sociedad radicalmente diferente y mĆ”s humana, hasta que lo que hoy parece imposible o inverosĆmil se convierta, si no en inevitable, al menos en posible y quizĆ”s incluso en probable. Y mientras miro el programa del resto de esta conferencia, "las ideas que andan por ahĆ" y, de hecho, "las prĆ”cticas que andan por ahĆ" parecen tan fuertes y convincentes que tientan incluso a este apocalĆptico a convertirse en un optimista a la antigua.
Gracias.