Nihilismo financiero: lo irracional en el capitalismo tardío
- Homo consciens
- 18 mar
- 12 Min. de lectura

Por Carolina Flynn para Climaterra - 18 de marzo de 2025
El mercado financiero se ha convertido en una especie de gran casino. El término "nihilismo financiero" da cuenta de esta fase del capitalismo tardío e hiper financiarizado donde el "homo economicus racional" da paso a la irracionalidad.
Pero esta respuesta no nace en el vacío sino que obedece a políticas monetarias y económicas que pusieron a la incertidumbre y a la precariedad en el centro de la vida humana para facilitar la acumulación financiera.
"En la actualidad es común deplorar el creciente nihilismo y el cinismo de los hombres y mujeres contemporáneos, la estrechez o la ausencia de proyectos de vida, su tendencia a fragmentar la vida en episodios, que deben aprovecharse y exprimirse hasta la última gota sin pensar en las consecuencias. Todas esas acusaciones están bien fundadas. Sin embargo, lo que los predicadores morales que vituperan la decadencia moral no suelen mencionar es que la censurable tendencia que condenan es, en realidad, una respuesta racional a un mundo en el que uno se ve obligado a considerar el futuro como una amenaza, y no como un refugio o una tierra de promisión. Del mismo modo, lo que casi ningún crítico señala es que este mundo, como cualquier otro mundo humano, ha sido hecho por humanos y que, lejos de ser producto de las inescrutables e invencibles leyes de la naturaleza o de la naturaleza humana, irredimiblemente pecadora, es producto, en alto grado, de lo que solamente podemos denominar la política de la incertidumbre" - Zygmunt Bauman, En busca de la política, FCE, (1999)
En un momento donde lo que gana el 1% más rico de la población por tener el dinero en los mercados financieros, "es decir por "no hacer nada", es mayor al que se saca la mitad de la población trabajando 40 horas semanales." los viejos mantras de la importancia de trabajar duro para conseguir un futuro mejor empiezan a perder sentido. Y a la par que se desvanece la zanahoria que mantenía la ética del trabajo y el sacrificio del presente, en post de un futuro que nunca llega, se exacerban las apuestas cortoplacistas a todo o nada, que permitirían dar vuelta la fortuna y lograr el futuro que promueven billonarios, instagramers y celebrities.


Se viene gestando desde hace un tiempo un nuevo fenómeno: las finanzas, otrora territorio de especialistas y envuelta en una mística de hermetismo y dificultad, fue invadida por un público lego y novato, que esencialmente, no cree que el sistema financiero, incluido el dinero y las prácticas de inversión, estén basadas en nada real. No hay "fundamentals" que avalen subidas o bajadas de los precios de las acciones, ni proyecciones prometedoras de ventas o ganancias futuras, ni perspectivas macroeconómicas de crecimiento que analizar, ni guerra en Medio Oriente que amenace el precio del petróleo y el mercado de valores, porque para el nihilista financiero no son más que papeles que carecen de cualquier valor o significado real y la "inversión" una mera apuesta gobernada por expectativas a la suba o a la baja que pueden manipularse.
El término "nihilismo financiero" lo acuño Demetri Kofinas, presentador del podcast Hidden Forces en 2020. Kofinas define esta filosofía como la percepción de que los activos especulativos carecen de valor intrínseco. Es decir: el que compra una criptomoneda no lo hace porque crea en su potencial tecnológico o utilidad, sino simplemente porque espera que su precio suba, debido a la demanda especulativa. «Nos enfrentamos a un marco de inversión posmoderno, en el que el precio se vuelve autorreferencial. Lo único que importa es la narrativa", argumenta Kofinas, y, podríamos agregar, el influencer o la personalidad que promociona el activo.
El hecho es que el precio del activo financiero está completamente desvinculado de cualquier realidad subyacente.

Muy lejos ha quedado la figura del hombre racional que sustenta todos los modelos de la ciencia económica, marco conceptual que, asumiendo esa característica en las decisiones humanas, permite hacer deducciones de comportamiento y elaborar proyecciones para empresas y países a mediano y largo plazo.
Hoy las decisiones de inversión por parte de un grupo cada vez más numeroso (y creciente), se toman velozmente e irracionalmente, y, hasta podríamos decir absurdamente, como si fuera un juego. En estos días tuvimos un ejemplo con Milei, el influencer devenido presidente de Argentina, que publicitó el lanzamiento de una criptomoneda por Twitter, y en el transcurso de una hora 70 mil "inversores" la catapultaron hacia arriba, situación que fue aprovechada por unas pocas cuentas que concentraban la mayor cantidad de las monedas, para hacer "ganancias" millonarias y dejar en cero a los incautos. Lo cierto es que ninguno de los que invirtió analizó el proyecto, sólo fue necesario que un personaje como Milei la avalara para que invirtieran miles de dólares (hubieron inversiones de más de un millón de dólares!).
No todos jugamos con las mismas reglas
En lo que la mayoría de los especialistas coincide es que esta tendencia no aparece de la nada sino que se inicia con las medidas tomadas por los gobiernos durante la crisis financiera de 2008. Medidas como los rescates de bancos y empresas vía impresión de grandes cantidades de dinero (sin que los responsables financieros de la debacle tuvieran ninguna consecuencia legal) mientras la gente común se tenía que adaptar a los ajustes gubernamentales, veía rematadas sus viviendas o perdía sus trabajos, cementaron la percepción generalizada de injusticia, desconfianza en las elites y en el trabajo como forma de salir adelante.

La pandemia y el récord de dólares creados en corto tiempo por los bancos centrales para lidiar con las consecuencias económicas de los confinamientos, fue el último golpe a la confianza en el sistema, desmantelando para mucha gente el «mito del dinero», al mostrarnos que su valor no es intrínseco, sino que es una abstracción acordada socialmente, que depende de la confianza y de la voluntad de los gobiernos (y de las presiones de grupos de poder).
El siguiente cuadro nos muestra la emisión de dólares récord por parte de la Fed (a través de las políticas denominadas Quantitative Easing, o Flexibilización Cuantitativa) desde el 2008, que se profundizaron en la pandemia.

Flexibilización cuantitativa 1 - 2008 a 2010: se crearon 1.4 billones de dólares
Flexibilización cuantitativa 2 - 2011 - 2012: se crearon 0.56 billones de dólares
Flexibilización cuantitativa 3- 2013 -2015: se crearon 1.7 billones de dólares
Flexibilización cuantitativa 4 - 2019 - 2022: se crearon 4.9 billones de dólares
Y no fue sólo el dólar, el euro también.


Al compás de la desaparición de las clases medias y de que el dinero fuera creado a "gusto y piacere" de los gobiernos -y siempre para resguardar el patrimonio de los más ricos-, creció la conciencia de que, durante esos años y al amparo gubernamental, un pequeño grupo de actores fue el beneficiario fundamental de esas políticas. Grandes grupos financieros, consolidados en lo que se denomina Los Grandes Tres (Blackrock, Vanguard y State Street), (pero cuyas composiciones accionarias, indican que la consolidación es mayor) y que se han convertido -literalmente- en los dueños de todo.
Este tremendo poder económico se traduce, evidentemente, en un poder político sin precedentes en las democracias liberales, desequilibrio que se puede entender claramente cuando se compara a esos gigantes corporativos con los estados nación.

En el gráfico anterior podemos ver como estas medidas de expansión monetaria, no fueron neutrales sino que beneficiaron especialmente a los tenedores de activos financieros. La línea azul, representa uno de los índices bursátiles más importantes, el S&P 500, que va subiendo al compás de la creación de dólares de la reserva federal. Y a ese compás, pero en menor medida, suben los activos físicos como los inmuebles, alejándose así, el sueño de la casa propia para millones de trabajadores. De hecho, con esas ganancias extraordinarias, gigantes financieros como Blackstone se están convirtiendo en los principales propietarios de inmuebles en las principales ciudades del mundo.
«La idea de que todos jugamos con las mismas reglas se ha derrumbado», resume Kofinas.
Es decir, empiezan a sentirse las consecuencias de una economía completamente al servicio de las finanzas, y cuyo crecimiento es impulsado artificialmente por la deuda (la deuda mundial alcanzó un máximo histórico de 315 billones de dólares, superando tres veces el PIB mundial) y la oferta monetaria.
Esto nunca beneficia a la gente común.
Y termina en este movimiento de nihilismo financiero, en donde -pareciera que -correctamente- muchos actores perciben que tras las subas y bajas de los activos financieros, no hay más que especulación y apuesta.
Se ha corrido el telón, y muchos pueden ver tras bambalinas: nada de libre mercado, sino un mercado manipulado por unos pocos para el provecho de unos pocos.

Y por eso no puede sorprendernos -porque de hecho la política está diseñada para que esto ocurra- la concentración de ingreso y riqueza que crece año a año, y el consiguiente descreimiento de una parte importante de la población sobre el valor intrínseco de acciones, criptomonedas, y dinero, ni la desconfianza generalizada en el sistema político. Ni tampoco la emergencia de partidos populistas de derecha o anarco-capitalistas, cómo le gusta llamarse al presidente argentino.
La falta de expectativas hacia el futuro
Esta sensación de que no hay perspectivas de futuro, de que el sistema no me funciona por más que trabaje 10 horas por día como una de las causas del nihilismo financiero, se ve respaldado por los datos.
Travis Kling en Epsilon theory analiza algunos parámetros, que dan cuenta de que el sueño de la movilidad ascendente ha quedado fuera del alcance de cada vez más personas, y para eso analiza varios indicadores.
Uno es la relación entre el precio medio de la vivienda y la renta media familiar en EEUU, el gráfico siguiente muestra que porcentaje del valor total de los inmuebles tenían las distintas generaciones al cumplir 25 años:
Generación Baby Boomers (nacidos entre 1946 – 1964)
Generación X (nacidos entre 1965 y 1981)
Generación Millenial (nacidos entre 1982 y 1994)

Los Boomers y los GenX podían comprar sus casas en Estados Unidos, trabajando 4 años y medio, los Millenials necesitaban 5,5 años y, luego de la impresión de 6 billones de dólares por parte de la Fed en la pandemia (y la consecuente inflación de los activos), los Millenials más jóvenes necesitan 7,5 años de ingresos anuales. Simplemente fuera del alcance de muchos millones de estadounidenses menores de 40 años.
Kling muestra la distribución de la riqueza por percentil de riqueza, y los resultados son igualmente desalentadores.

De nuevo, la riqueza total durante este periodo se multiplicó por 7, pasando de 20 a 143 billones de dólares. El 10% más rico, el 1% más rico y el 0,1% más rico experimentaron grandes aumentos en su participación relativa durante este periodo, mientras que el 50% más pobre perdió un poco de terreno.
El sueño de un futuro mejor se desvanece para millones y el aumento del nihilismo financiero entre los jóvenes no resulta sorprendente.
¿Cuál es la salida que encuentran? asumir mayores riesgos para intentar el golpe de suerte. ¿Cómo? apostando (en el mercado financiero o en el mercado de apuestas). No es casual que al compás de las cripto y del aumento de gente invirtiendo en acciones (WallStreetBets pasó de 2 a 15 millones de miembros en 2 años), crezcan el juego y las apuestas.
El mercado mundial de juegos de azar era de 75,41 mil millones de dólares en 2021 y el pronóstico es que crecerá a una tasa del 12,0% anual.


Pero ahora ya no alcanza apostar a una cosa, han tenido un gran aumento en popularidad las apuestas combinadas (en las que las probabilidades de perder son mayores pero las de ganar también), que permiten multiplicar la apuesta original si se acierta correctamente todas las apuestas realizadas en una serie de apuestas múltiples.


Las apuestas combinadas, menciona Kling, se parecen a las opciones 0DTE: opciones que vencen el mismo día en que se compran. Al igual que las apuestas combinadas, las opciones 0DTE ofrecen mayores probabilidades de pérdida, mientras que ofrecen potencialmente múltiplos de ganancia. Y el resultado se produce el mismo día en que usted «hace la inversión».
Desde la pandemia, la popularidad de 0DTE se ha duplicado. Entre 2016 y 2023, la negociación de 0DTEs aumentó del 5% del volumen total de opciones SPX al 43% (son contratos financieros que permiten negociar el rendimiento del índice S&P 500).

Las pruebas del auge del Nihilismo Financiero están a nuestro alrededor y el sector cripto se lleva las palmas: un movimiento que ya no es marginal, y a juzgar por su popularidad entre los más jóvenes, vino para quedarse.
Y además de que ya no es un sector marginal, es cada vez más creativo, con instrumentos como las memecoins, las memestocks, los NFTs :
Hoy, el trading es divertido y fugaz. Una de las últimas tendencias, las Memecoins (criptomonedas muy volátiles inspiradas en memes o tendencias en internet) tienen una tasa de supervivencia bajísima (el 97% de las que surgieron entre 2023 y 2024 ya no existen) pero así y todo manejan montos enormes y tienen una capitalización bursátil de 43.280 millones de dólares.

Pero recordemos, los nihilistas financieros no actúan en el vacío sino en respuesta a las políticas monetarias y fiscales de la Reserva Federal y del gobierno de EE.UU., medidas que han sido uno de los principales impulsores de la desigualdad creciente, a saber:
la emisión desmedida de la Fed.
la deuda de EEUU que alcanzó los 36.3 billones de dólares.

un déficit fiscal proyectado en 6,2% del PIB para este año, aunque algunos ya lo proyectan en 7.2% del PBI.

Y cuando el gobierno está actuando irresponsablemente, el mensaje es que hay que hacer algo loco en respuesta.
Yendo al fondo de la cuestión: la política de la incertidumbre
Pierre Bordieu, escribió que "La capacidad de proyección futura es la condición de toda conducta considerada racional", en las condiciones actuales -y no hay visos de mejora- el homo economicus racional está destinado a desaparecer.
Y esta incertidumbre que reina campante en las mentes de los hombres y mujeres, no es un accidente natural, -como nos recuerda Bauman- sino producto, en alto grado, de lo que él denomina "la economía política de la incertidumbre", que a través de todo tipo de desregulaciones y de la eliminación de normas que impedían que el capital y las finanzas tuvieran algún tipo de control, han generado el ascenso de poderes superestatales globales y provocado un estado de permanente inseguridad y temor para la gente común.

Pero este futuro intimidante que tenemos ante nuestros ojos, que se parece mucho al caos, es resultado de una serie de supuestos de cómo funciona el mundo: un juego de suma cero en dónde una mano invisible reparte a cada quién, dependiendo -supuestamente- de conocimiento, información, astucia y trabajo; y de cuáles son los motivos subyacentes de la acción humana: la competencia, el egoísmo, el tener. Este es el marco mental que crea el caldo de cultivo que habilita la avaricia, la corrupción y la hiper concentración de una economía dominada por las finanzas, que está parasitando a todo el cuerpo social y que no puede sino derivar en nihilismo e irracionalidad rampantes.
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